«Sancho, hijo, atento a este tu catón que quiere aconsejarte. Que te saque a puerto seguro de este mar proceloso en que has de engolfarte. Que los oficios y grandes cargos no son otra cosa, sino un golfo profundo de confusiones. Primeramente haz de temer a Dios. Segundo, haz de poner los ojos en quién eres procurando conocerte a ti mismo. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana. Haz gala Sancho, de la humildad de tu linaje y no te desprecie decir que vienes de labradores y preocúpate más de ser humilde virtuoso, que pecador soberbio. Come poco y cena más poco. Así, vivirás en paz y en los últimos pasos de la vida te alcanzará el de la muerte en vejez suave y madura». Es parte de lo que leyó Josep María Pou en el cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes. El correo lo envió Juan Herrera y lo escribe Raúl Gómez en «Cosmovisión»..