Si las elecciones de 2017 fueran en la primera o segunda semana de enero, el PRI perdería la gubernatura de Coahuila, Nayarit y del Estado de México; en los dos primeros, además, los comicios de diputados locales y concejales a los ayuntamientos; y en Veracruz, la competencia municipal.
¿La razón? El alza en el precio de las gasolinas, que desencadenará inflación. Hasta los productos de la canasta básica subirán de precio y las tortillas también; todo, todo.
Evidentemente, el alza en el costo de las gasolinas impactará en la economía familiar; razón suficiente para provocar el enojo de los habitantes de nuestro país, que siendo electores seguramente no votarán por el PRI. Esa sería la salida pacífica, y ojalá sea la única, pues un levantamiento social sería más desastroso para México, considerando como “levantamiento” la rebelión de distintos sectores de la población, incluidos pobres y ricos.
Solamente la clase gobernante no se rebelaría. Claro, los servidores públicos de cualquier orden de gobierno tiene garantizado un sueldo… bueno, algo más que un sueldo: Bonos, compensaciones, viáticos, boletos de avión, vales de gasolina, celular, etc.
Ah, también los legisladores. Ya ven que año con año aprueban un Paquete Fiscal para ejercicio austero, y son los primeros en autorizarse bonos exagerados como el bono navideño que se acaban de dar diputadas y diputados federales.
En fin, que si la liberación ocasiona un imparable aumento al precio de las gasolinas que rebase al 2017, seguramente el PRI perderá las elecciones del 2018 de Presidente de México, senadores y diputados federales, además de los comicios locales concurrentes en diversas entidades federativas como en Oaxaca, donde dentro de dos años también habrá elecciones de diputados locales y concejales a los ayuntamientos.
La derrota se ve venir, salvo que se estabilicen los precios de las gasolinas antes del inicio del próximo proceso electoral federal, lo cual parece imposible.
Incluso, el aumento viene desde septiembre del 2016, en que se registró “un ajuste” al precio máximo de las gasolinas, con respecto al mes de agosto, de 2 centavos (0.14%) para la Magna, al ubicarse en 13.98 pesos por litro; el Diésel se ajustó 47 centavos (3.36%) con un precio de 14.45 pesos por litro, y la gasolina Premium se mantuvo sin cambios (14.81 pesos por litro).
Tales ajustes formaron “parte del proceso de transición hacia el libre mercado de los combustibles”. ¿Qué tal? Poquito a poco han ido ahorcando a los mexicanos. ¿Y los representantes populares qué dicen a todo esto? Ellos andan felices con su bono navideño; y ni hombres ni mujeres han dicho ni pío, con excepción de una decena de entre 500.
Y ya la Secretaría de Hacienda y Crédito Público informó que “los precios promedio a nivel nacional vigentes del primero de enero al 3 de febrero de 2017 serán de $15.99 para gasolina Magna, $17.79 para gasolina Premium y $17.05 para diésel, aunque es importante recordar que cada una de las 90 regiones tendrá sus propios niveles. (Los precios máximos para cada región están disponibles en la página de la Comisión Reguladora de Energía www.cre.gob.mx )
“Estos precios máximos representan incrementos para las gasolinas Magna, Premium y el diésel de 14.2%, 20.1% y 16.5% respectivamente, con respecto al precio máximo observado en diciembre de 2016”.
Y todavía puntualiza: “Los precios máximos ahora se ajustarán con una mayor frecuencia comparada con lo que se hizo en 2016. Se comenzará con un sólo precio máximo durante enero y hasta el 3 de febrero de 2017, para después en febrero hacer dos actualizaciones semanales en las primeras dos semanas del mes. A partir del sábado 18 de febrero se determinaran de manera diaria.”
Así que pinta atroz el panorama económico, social y electoral en México.
Y eso que en enero de hace dos años, el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, dijo: “A partir de 2015 ya no habrá gasolinazos”. Ups.
LA PROPUESTA DE ZAMBRANO
Y como el gasolinazo o gasolinazos previstos para el 2017 azota las fibras más sensibles de los mexicanos e impacta en el tema electoral, pues los políticos empezaron a hacer su agosto en diciembre.
A través de su cuenta de Twitter el vicecoordinador del PRD en la Cámara de Diputados Federal, Jesús Zambrano Grijalva, llamó a la ciudadanía a no comprar gasolina durante los tres primeros días de enero del 2017.
Dijo: “Los invito a paralizar 3 días la compra de gasolina, podemos llenar nuestros tanques durante esta semana 26-31 de diciembre y dejemos de cargar los primeros tres días de Enero”. “Les ganaremos la guerra en 72 horas sin ejército de por medio, solo un ejército de ciudadanos que en silencio no consuma combustible tres días”.
Llama así, a una “revolución pacífica”.
¿Lo harán los mexicanos? ¿O seguirán tan indiferentes a la problemática del país? Claro, como no mostrarse apáticos si casi todos los partidos políticos han demostrado ser lo peor de lo peor cuando llegan al poder. Ya lo demostró el PAN en la Presidencia de México durante dos sexenios, y en Oaxaca durante el gobierno de Gabino Cué Monteagudo, quien llegó a la gubernatura impulsado por una coalición de partidos en la cual también participaron en primerísimo lugar el PRD, el PT y el entonces Convergencia.
En fin, retomando el tema. Con el alza en el precio de las gasolinas (un “ajuste” en enero, dos en febrero y después diario) los mexicanos no tendrán más remedio que dejar de comprar gasolina, no solamente tres días, sino quien sabe cuántos. Claro, o compran gasolina o dejan de comer, o de vestir, o de pagar colegiaturas, etc.
Lo malo es que el salario no sube y tampoco hay fuentes de empleo, ni incentivos económicos ni fiscales para generarlas. ¿A dónde vamos a parar?
Y como dice Zambrano, la reforma energética del Presidente de México, Enrique Peña Nieto, ha resultado “un absoluto fracaso”, salvo que demuestre lo contrario en el poco tiempo restante de su sexenio.
¿O al final de cuentas los mexicanos tendrán que decir: “AMLO, tenías razón”?
¿YA NO HABRÁ MILAGRO OAXAQUEÑO?
Imagínese que difícil será 2017 para Oaxaca, donde hay colapso económico y social como herencia del gobierno coalicionista de Gabino Cué Monteagudo (PRD-PAN-PT), donde existe una deuda pública oficial de alrededor de 14 mil millones de pesos y una deuda pública extra oficial de 20 mil millones de pesos.
Y donde en campaña el actual gobernador Alejandro Ismael Murat Hinojosa prometió que en su gobierno ocurriría el “milagro oaxaqueño”, generando esperanzas sobre la construcción de carreteras y hospitales, sobre el impulso al desarrollo económico y social, etc. ¿Podrá? El Presupuesto de Egresos de Oaxaca para 2017 no alcanza para las necesidades a cubrir.
Los gasolinazos afectarán la promesa sobre el “milagro oaxaqueño”. Y quizá en el 2018 Alejandro Murat vea su primera gran derrota como jefe político de los priistas en la entidad donde gobierna.
Claro, igual y ocurre todo lo contrario: Que el PRI gane la mayoría de las elecciones del 2018 en el estado de Oaxaca, pero más bien porque los priistas consigan la pulverización del voto de la izquierda.
A ver qué pasa.