HIZO BIEN el Gobernador del Estado, enviando la invitación a los legisladores locales, para que juntos, en una especial reunión de trabajo, se analice el presupuesto de egresos del Estado.
Y comentamos que hizo bien, porque es la manera de que los dos poderes del Estado, se pongan de acuerdo en un tema que requiere análisis y sobre todo, plena responsabilidad de ambas partes.
El presupuesto, en realidad, debe ser ajustado a las nuevas condiciones económicas, no tan solo del Estado, sino también del panorama nacional, que por lo visto, no esta muy bien, considerando que el momento de aterrizar las mentadas reformas, se esta revelando las deficiencias y sobre todo, los pésimos resultados.
El presupuesto anual del gobierno del Estado, deberá estar, precisamente en concordancia con estas condiciones económicas del país, pues los recursos de que dispondrá, vendrán precisamente de la federación, más cuando se le esta negando lo que le corresponde, por aquella creencia de que el gobierno panista de la entidad, podría disponer de muchos de estos recursos a favor de las próximas campañas políticas.
El presupuesto debe, pues, ser modificado, pues el anterior, es decir, el presentado por la pasada administración, todo hace suponer que fue una copia del presupuesto anterior, con algunas modificaciones, pero que no corresponde a la realidad que se vive actualmente en Veracruz.
Será responsabilidad del ejecutivo estatal, como de los propios legisladores, acomodar los egresos de manera realista y no anteponer la filiación política ni los enfrentamientos políticos en un asunto que de verdad debe tomarse con toda la seriedad del mundo.
Ya es tiempo de dejar atrás las pugnas políticas que no han llevado a nada, sobre todo, para los veracruzanos, que sufren todos los días, las necedades y los pleitos políticos de unos cuantos, pero que han generado un desastre en todos los ordenes de gobierno.
Si el Gobernador del Estado, se pone en un plan de democratizar el gobierno veracruzano, es la oportunidad de los grupos políticos que se mueven en Palacio Legislativo, para aprovechar la oportunidad de buscar, siquiera, por un determinado tiempo, el beneficio de los veracruzanos, anteponiendo el interés personal y de grupo, a las propias necesidades de quienes habitan la entidad veracruzana. Son tiempos de reconciliación y de esperanza, para Veracruz, pero sin dejar de entender que hay quien la debe y que la tiene que pagar, pero los que ahora están en el ejercicio público, deben ver, más que nada, por las prioridades y esas prioridades, son precisamente, las necesidades más urgentes de los veracruzanos.
Hay, por lo menos, la voluntad gubernamental de entablar el diálogo y de que juntos, en corresponsabilidad, gobierno y legisladores, se establezca un presupuesto acorde a los tiempos que se viven, desechando el autoritarismo y la prepotencia, actitudes de la pasada administración que dejaron, solamente, heridas y nunca se preocuparon por sanarlas.
El Gobierno del Estado, tiene en sus manos la enorme responsabilidad de cumplir con todas las promesas emitidas durante la campaña política y posteriores acciones que condujeron a la confianza entre los electores. De no cumplirse cada una de estas expectativas, nuevamente se estaría engañando a los veracruzanos y eso puede ser, que en algún momento, nadie crea en nadie y venga, consecuentemente, una especie de anarquía donde cada quien hará lo que le venga en gana.
El gobernador del Estado, da el primer paso, invitando a los legisladores a trabajar juntos por Veracruz, dentro de un marco de política inédita, para que haya resultados positivos que por primera vez, beneficie a toda la sociedad, fuera de las siglas políticas y fuera del entorno agresivo de las disidencias.
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EL GOBIERNO ESTATAL, no debe, por ningún motivo, dejar que no se cumplan los compromisos institucionales, principalmente, con la clase trabajadora, porque de hacerlo, estaría dejando también, que el resto de los veracruzanos, opten por el incumplimiento de sus obligaciones, tanto con el Estado mismo, como entre particulares, pues hay que entender que es precisamente el Estado, quien garantiza que las leyes se cumplan y da fe de los actos de los ciudadanos, pero si el Estado, deja de cumplir, entonces, ¿quién se convierte en garante del cumplimiento de los demás compromisos contraídos por los demás?.
Desde luego, que todos los compromisos se tienen que revisar, porque no faltan quienes se quieran pasar de listos, exigiendo un pago que no les corresponde o que bien carezca de los elementos necesarios para considerarse un compromiso a cumplir.
Pero, para que todos los demás compromisos se puedan garantizar por el Estado, a través de conductos legales, tiene que ser el mismo Estado, el primero en cumplir, porque de esa manera, es como nacerá la confianza en que los demás actos, que no sean precisamente del gobierno, incluyendo a los particulares, se puedan cumplir.
Esa es la gran responsabilidad que tiene el Estado, sin importar quien lo gobierne, porque ante todo, hay que considerar que todo mundo confía en la fuerza legal del Estado, para que intervenga cuando sea necesario su arbitrio. De ahí que todo puede pasar, menos que sea el propio Estado, el que no cumpla.
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NO TODOS, PERO LA mayoría de funcionarios gubernamentales, sienten que tienen en sus manos, un juguete nuevo. Lo cuidan tanto que caen en la tentación de no prestarlo a nadie.
Y esta bien, pero ante esta actitud, en muchas de las ocasiones, comienza por nacer la prepotencia y el autoritarismo, acciones que han sido altamente criticadas en el pasado, donde se hacía, solamente, lo que el patrón decía y nada más, por lo que ahora, se están resintiendo todas estas consecuencias.
Así, funcionarios de la nueva camada, es decir, de los que apenas están llegando a los puestos de dirección y administración, sienten que el mundo es suyo y que están engolosinando muy pronto, aún cuando la recomendación del Gobernador del Estado, es actuar con transparencia y honestidad, pero sobre todo, con sensibilidad política.
Hay que recordar que la pasada administración, tenía por costumbre, evitar el acceso a las instituciones, comenzando por Palacio de Gobierno, que se mantenía resguardado por guaruras y con personal que sin criterio alguno, en las puertas principales, no permitían la entrada a ningún veracruzano, al grado de humillarlos manteniéndolos en espera de que hubiera alguna orden de dejar pasarlos.
Eran los reyecitos modernos, cuyo poder estaba respaldado por el autoritarismo, cuestión que nunca se vio como una medida aceptable, sino al contrario, como una prepotente restricción.
El juguete nuevo, que ahora juegan los panistas y los perredistas, podría convertirse, de nuevo, en más de lo mismo.
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Y MAÑANA, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.
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