*Vive tu vida de tal manera que cuando tus pies toquen el suelo en la mañana, el diablo se estremezca y diga: ¡En la madre…. ya se levantó! Camelot

LA PRIMERA DEL AÑO

Todo comienzo tiene su encanto, decía Goethe, un filósofo como Kamalucas, aunque el primero era alemán y el segundo es cuenqueño, terrablanquese, para más datos. Uno escribe a todas horas, quise escribir las primeras líneas esta columna, un día primero del año 2017. En lo que caminaba de la zona de la Alameda hacia mi orizabeña oficina del centro de la ciudad. Tomás Eloy Martínez solía decir que quizá uno escribe solo para ser otro. Cada escritor tiene un lema para saber por qué escribe, o al menos una justificación. Leila Guerreiro asegura que: “la tarea de un periodista consiste en ir, ver, volver y contar”. Ángeles Mastreta: “escritor es quien escribe todos los días, todos los ratos libres y siempre que algo mira, aunque no tenga lápiz, ni teclas con las que dejar constancia de sus palabras”. Julio Cortázar habló de ello: “Lo que me gusta es escribir y cuando termino es como cuando uno se va dejando resbalar de lado después del goce, viene el sueño y al otro día ya hay otras cosas que te golpean en las ventanas, escribir es eso, abrirle los postigos y que entren”. Inicio el año y en el caminar de mi zona al centro, doy el primer abrazo a un vecino que se ejercitaba por el rumbo de la Alameda, un vendedor de mariscos. Nos deseamos feliz año y comienzo mi relato. Quise hablar la primera entrega de 2017 de los Niños de la Casa Hogar de Orizaba, con quienes compartí el 31 unas horas donde nos trasladamos al bello Parque Jurásico de la bella Orizaba, Pueblo Mágico. Eran 15 niños y quien los cuida, me acompañaron mis dos nietos y mi hija Belén. Vieron las figuras gigantescas de los dinosaurios, no había ninguno del PRI, Yunes Linares los extinguió, por ahora. Hará la Administración Municipal después del 6 de enero un parque aledaño de juegos, para demostrar que cuando los dineros del pueblo se cuidan, se invierten en su ciudad.

HACIA HAMBRE

Allí mismo, como hacia hambre nos sentamos en las bancas donde ofertan todo: Pizzas, pambazos, tortas, todo lo comible, ahí puede uno quedarse y pasar un buen rato. Una señora que iba con sus hijos, los reconoció, se acercó a la mesa y los bendijo. Son niños bendecidos por Dios, como dijera el Papa Francisco: “Dios nunca nos deja solos, siempre camina con nosotros”. Cada uno tiene su historia. En la Casa Hogar, cuyo Patronato preside y dirige Ana Elena Cubillas, y son cuidados por el matrimonio Cristian y Mary. Sé de varios de ellos, desde uno de los más pequeños, al que llamamos Comandante Camilo, por aquel cubano Camilo Cienfuegos, hasta este otro, Carlos Alberto, que a los 10 años jamás había pisado una escuela y ahora, a velocidad de rayo, aprendió a leer (ler, dice el secretario Mayer) y escribir y no solo eso, tiene un promedio de 9.7 y sus maestros están asombrados. Quizá allí salga un Benito Juárez tan necesario en este país que se nos va de las manos. Otra, hace dos meses llegaron cuatro hermanitos de edades de 5 a los 11 años: Angel Refugio, Severo, Diego y Aquilino, cuya madre los había abandonado y el padre no podía con su manutención y cuidado. Debo explicar que la mayoría tienen papá o mamá, van y los dejan en custodia porque allí se les da escuela, techo, cama, alimento y la convivencia necesaria para que salgan buenos niños y no tomen el camino de la delincuencia, donde ahora reclutan miserables halcones cada día y esos jóvenes van y son abatidos por la policía. Viven y mueren rápido. Los veo con regularidad, suelo ir dos o tres veces por semana y suelo estar pendiente de que no les falte nada, me dicen que cuando no voy preguntan por mí, y eso me enorgullece, que les haga falta mi presencia. Tengo un amigo que revelo su nombre, no me lo autoriza pero lo hago, un orizabeño distinguido, Vicente Pérez Avellá, que dona cierta cantidad mensual que mucho les ayuda. Estas fiestas les fue bien, hubo gente que les dio la cena del 24, orizabeños generosos que no solo les dieron la cena sino que obsequiaron una tele de 48 pulgadas y un juego Xbox, que logran valer seis mil pesos. Supe también que el doctor Labardini les dio la cena del 31, un médico muy humano que siempre está al pendiente de ellos. La doctora Gaby, que apenas les llevaron cena también, ya se integró a ese grupo y ella irá a poder ayudarles a las tareas. Otros samaritanos los llevaron al cine. Creo que les fue muy bien estas fechas decembrinas. Salieron a cantar El Viejo y disfrutan la convivencia. Se cuidan entre ellos, en el Parque Jurásico los más grandes toman de la mano a los chiquitos, para que no se les pierdan. Son buena familia de niños. Les falta el cariño de los padres, que de vez en cuando les visitan. En cambio, los civiles que allí llegamos les apapachamos. Cuando uno llega suelen ir corriendo a abrazar. Un abrazo lo es todo. La soledad se descubre a menudo en la necesidad de un abrazo. Quise escribir no los versos más tristes de esta noche, como dijera Pablo Neruda. Escribir de ellos, esos niños bendecidos de la Casa Hogar la Concordia.

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