Los días finales del año la pasamos en la casa familiar que tenemos en Tepoztlán, Morelos. Una herencia de nuestros padres. Invitamos a algunos amigos y cuando estábamos juntos me percaté, de una manera muy viva, de la realidad contundente de la migración y la globalización. Hay gente que sigue negando, que no acepta, esta realidad que resulta enriquecedora y vital.

Estuvieron Alberto y María Elena. Él, guatemalteco, fue comandante en los años de la guerra civil en El Salvador y ahora viceministro en ese país. Ella, mexicana, participó en la revolución salvadoreña. Su hija Patricia, con pasaporte mexicano y guatemalteco, es médico. Vive en Suecia junto con Antonio, su esposo, también médico, que tiene pasaporte salvadoreño y español.

Los dos estudiaron medicina en El Salvador y antes de llegar a Suecia trabajaron como médicos en España. Su hijo tiene pasaporte salvadoreño y sus dos pequeñas hijas pasaporte español. María Elena, hermana de Patricia, tiene pasaporte mexicano y guatemalteco. Ahora vive y trabaja en El Salvador. En los años de la guerra las dos hermanas vivieron y estudiaron en México y Guatemala, para finalmente volver a El Salvador.

Nos acompañaron también Víctor, que es un periodista salvadoreño que ha vivido en El Salvador, México, Inglaterra, Uruguay y Venezuela. Es corresponsal de la agencia de prensa rusa Novosti. Ahora radica en Puebla con Sandra su esposa, periodista alemana, que es una freelance de medios en Austria y Alemania. En razón de su trabajo todo el año viaja por América Latina. Su hija mayor tiene pasaporte mexicano y alemán y el menor venezolano y alemán.

Estuvo mi sobrina Yolanda, hija de mi hermano Octavio, casada con Luis, un catalán que trabaja en México como director de una trasnacional española. Su hija tiene pasaporte mexicano y español. Ellos invitaron a César, un amigo español, que hace 12 años trabaja en México como representante de una trasnacional alemana y antes lo hizo en media docena de países. También estuvo Anne, periodista alemana de Berlín, que trabaja por un mes en México y habla un estupendo español.

También convivieron César y su esposa. Son mexicanos y hace 26 años viven en Estados Unidos. Ellos y sus dos hijos, tienen pasaporte mexicano y estadounidense. La pareja ahora viven una parte del año en la Ciudad de México y otra en Los Ángeles. Sus hijos hacen la universidad en esa ciudad. Él es un consultor en campañas políticas y realiza su trabajo en Estados Unidos y países de América Latina.

Yo estoy casado con Sybille, una periodista alemana que trabaja en México. Nuestros tres hijos tiene pasaporte mexicano y alemán. La convivencia y la plática fueron divertidas e interesantes y nos abrieron el horizonte. Hablamos de costumbres, de gastronomía, de lugares hermosos y por visitar, de las cosas positivas y negativas que desde nuestra perspectiva tiene el país donde vivimos. Nuestro encuentro es prueba palpable de la positiva y vibrante realidad de la migración y la globalización. Viva la diversidad. Les deseo un año lleno de buenas cosas.

Twitter: @RubenAguilar