*Tarea delicada la de apaciguar muchedumbres, porque hacer mucho puede ser tan funesto como no hacer nada. Thomas Carlyle. Camelot.
EL 7 DE ENERO (PRESENTE LO TENGO YO)
El 7 de enero, presente lo tengo yo, anunciaron la llegada del gobernador Yunes a Rio Blanco. No llegó. Corretea vándalos y pone orden. Esa ceremonia de los Mártires del 7 de enero, hace mucho que es ignorada por quienes gobiernan. Hasta los mismos líderes nacionales la han dejado como una fecha del calendario de las protestas sindicales. De allí nació aquella frase de ‘Mátelos en caliente’ (hay dos versiones, una que fue en Tlacotalpan y la otra en Rio Blanco: El general Luis Mier y Terán, gobernador de Veracruz, informó telegráficamente a Porfirio Díaz acerca de la sublevación Se dice que Porfis respondió: “Mátalos en caliente” Según otras versiones: “Si los sorprendes in fraganti, mátalos inminenti” O bien: “Cogidos in fraganti, mátalos en caliente”. Nadie ha visto jamás el telegrama. Se cuenta en Veracruz que la viuda de Terán lo llevaba en un relicario: en su lecho de muerte pidió a su confesor lo hiciera llegar a la familia Díaz. Como el documento nunca ha aparecido, los historiadores porfirianos sostienen que no existió el telegrama: se trata de una invención de Terán para justificar los nueve asesinatos que cometió en el puerto). Hace dos sexenios llegó el último gobernador, en aquel tiempo hubo revuelta porque dos sindicatos se peleaban los despojos, lo poco que quedaba de los textiles: edificios sindicales y otros muebles-inmuebles. El empresario Juan Mata González, fallecido de un cáncer en Houston, Texas, en 2007, empresario de grandes ligas, dueño de Mylsa y accionista de El Universal, fue el último que intentó reavivar la fábrica textilera, renacer de entre sus cenizas, como el Ave Fénix. No pudo. Lo venció el mercado chino y con los del INAH se tiró unos buenos rounds, que la mayoría de veces les ganó. No porque tuviera la razón, aunque la tenía, sino porque empleaba aquella máxima de: ‘es mejor pedir perdón que pedir permiso. Así tiró un día una barda que el INAH santificaba, porque el INAH todo lo santifica, hasta las piedras que orinan los perros, cuando marcan sus límites y territorios. Juan Mata, dueño de la agencia Ford número uno en el país, esa misma que Donald Trump acalambra y los hace recular de que no inviertan en México, era y es la más vendedora de autos del país. Con él hablé unos días antes de morir. En Houston se curaba de un cáncer. Fue una baja sensible para quienes eran sus amigos, y una baja muy dolorosa a esta zona porque traía proyectos empresariales de hoteles y de relanzar esa fábrica textilera. Lo venció la enfermedad. Y un cáncer se lo llevó. Aquí vivió sus últimos años, feliz y contento con un grupo de amigos. Allí mismo, Rio Blanco, donde hace dos sexenios se tiraban de sillas los que peleaban por las posesiones. Eso los alejó. Uno de esos gloriosos 7 de enero, platiqué con el secretario del Trabajo del presidente Felipe Calderón Hinojosa, Javier Lozano Alarcón, hoy senador por el PAN de Puebla. Javier era amigo personal de uno de los hijos de Juan Mata y me preguntó por ellos. Creo que fue la última reunión donde llegaron políticos encumbrados, y un gobernador. Desde esa fecha, los 7 de enero languidecen. Se quedaron en la historia, y nada más. The End.
EL OTRO 6 DE ENERO
Otra fecha muy priísta lo es el 6 de enero, cuando el barbón Carranza promulgó la Ley Agraria, ese evento lo celebraron en Veracruz y en el oficial apareció el gobernador Yunes, se dio un tiempo entre corretear vándalos y hacer presencia oficial. No llegó ningún picudo del gobierno federal, el horno no está para bollos. Peña Nieto tampoco vino, porque encendió la hoguera no de las vanidades, de las gasolinas, la Magna y la Premium, y lo único que se sabe de ese acto gasolinero, es que impulsó la candidatura a la presidencia de AMLO, quien, si hoy fueran las elecciones, arrasaría, enviaría al PAN al segundo lugar y al PRI del Ochoa que reza, pero Dios no lo oye, al tercer lugar. Aunque por ahí brota un video donde conminan a Carlos Slim a que tome las riendas del país. En el WTC, antigua cueva de priístas, hoy controlada por los panistas, hubo un acto para preparar la candidatura del cenecista, Juan Carlos de Molina, a Senador de la república y luego candidato a gobernador de Veracruz. No fue la fiesta priísta de otros años, cuando en el partido solo los chicharrones tronaban. Es una semejanza con el acto de Rio Blanco. Ya no tienen razón de ser. El inútil de Fox intentó enviarlos al archivo de las historias, pero no pudo. Hay actos revolucionarios que deben ser sepultados, en el olvido, como Zedillo olvidó a los Niños Héroes en los Libros de Texto, siendo secretario de Educación Pública, y si sabía (ler) leer, tuvieron que volver a editarlos por ese olvido que muchos pensaron fue a propósito. Zedillo odiaba al PRI y todo lo que oliera a Revolución. Más tarde alcanzó la presidencia, fue recompensado más que Juan Escutia, el Niño Héroe que se tiró del Castillo de Chapultepec envuelto en la Bandera Mexicana.
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