Al menos 30 personas murieron y otras 80 resultaron heridas este martes en un doble atentado frente a un anexo del parlamento afgano en Kabul, informaron responsables de seguridad.
Los insurgentes talibanes reivindicaron inmediatamente estas dos explosiones, realizadas en hora punta cuando los empleados salían del complejo administrativo.
Al menos «30 muertos y 80 heridos» fueron trasladados a los hospitales de la capital afgana después del atentado, declaró a la AFP un portavoz del ministerio de Salud.
«El balance se puede agravar dado que algunos heridos se encuentran en estado crítico», agregó.
Una fuente de los servicios de seguridad afirmó por su parte que entre los muertos figuraban «cuatro policías», en su mayoría miembros de los servicios de inteligencia afganos.
El portavoz talibán Zabihulá Muyahid aseguró que las explosiones tenían como objetivo un vehículo perteneciente a la principal agencia de inteligencia de Afganistán.
En el anexo al parlamento se encuentran diferentes comisiones técnicas, además de las oficinas de algunos legisladores. A pesar del inicio del invierno (boreal), estación durante la cual suelen disminuir los enfrentamientos en Afganistán, los talibanes están prosiguiendo su campaña de atentados en todo el país, mientras flaquean los esfuerzos internacionales para iniciar conversaciones de paz.
Un guardia de seguridad del edificio, identificado como Zabi y que resultó herido, explicó a la AFP que el primer atentado fue obra de un kamikaze. «Se acercó a pie a los empleados que salían de las oficinas e hizo estallar su carga entre la multitud», afirmó.
«La segunda explosión fue un coche-bomba, que estaba aparcado al otro lado de la carretera y que me arrojó hacia atrás cuando detonó», agregó.
Se trataba de un todoterreno que quedó totalmente destruido, comprobó un fotógrafo de la AFP en el lugar, que presenció escenas de devastación: zapatos cubiertos de sangre y escombros, un edificio en llamas.
La mayoría de las víctimas son civiles y entre ellos empleados del parlamento, declaró a la AFP un responsable de seguridad que pidió el anonimato.
Creciente presencia extranjera
Reiterados intentos para lanzar negociaciones con los talibanes fracasaron recientemente y se espera que tras el invierno comience una nueva temporada de violentos enfrentamientos. El martes por la mañana, un kamikaze mató a siete personas al hacerse estallar en Lashkar Gah, la capital de la volátil provincia de Helmand, en el sur del país, informó el jefe de la policía local.
Estos ataques incrementan la preocupación sobre la creciente situación de inseguridad en Afganistán, donde unos 10 mil soldados estadunidenses ayudan a las fuerzas afganas a combatir a los insurgentes talibanes, además de a los combatientes de las organizaciones yihadistas Al Qaeda y Estado Islámico. Afganistán aplaudió la semana pasada la decisión del Pentágono de desplegar más de 300 marines en Helmand, donde las tropas norteamericanas habían participado en intensos combates hasta que su misión finalizó en 2014.
Los marines llegarán a esa región productora de opio la próxima primavera boreal para cooperar con una misión dirigida por la OTAN en el entrenamiento de fuerzas afganas. Esta ayuda es considerada como una muestra más de que las fuerzas extranjeras están regresando crecientemente al país a medida que el conflicto se agrava.
Afganistán mereció apenas una breve mención en la agria campaña presidencial estadounidense entre Donald Trump y Hillary Clinton, pese a que la situación en este país azotado por la guerra será uno de los temas más urgentes para el nuevo inquilino de la Casa Blanca.
El electo Donald Trump, que tomará sus funciones en Washington el 20 de enero, ha dado pocos detalles sobre su futura política exterior y aún menos sobre cómo piensa abordar la guerra en Afganistán.