De Kapuscinski: Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Camelot
EN LA REUNION DE PERIODISTAS
La mañana del miércoles, nos convocamos a la primera reunión de los 9 comisionados y un secretario, en la ciudad de Xalapa. Es la primera del año, después de haber tomado protesta ante los congresistas locales. Hay mucha jiribilla, y muchos periodicazos y golpes en las redes sobre los nombramientos, y sobre algunos personajes. Son los vientos del cambio. Todos los cambios causan resquemor, después de que esa Comisión Estatal Para la Atención y Protección de los Periodistas (CEAPP) enfrenta a manos oscuras que en el pasado hicieron de las suyas, y en el presente no quieren perder las canonjías que se tuvieron. Muy temprano agotamos los puntos pendientes, y otros más quedarán para el presente de los próximos días. A las cinco de la tarde se programó una junta con el gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares. Un día antes, quien esto escribe había hablado con él, vía telefónica, entre otras cosas me dijo que El Faunito lo pondría en venta, y me lo ofertó: “Quédate con él, tú que vives tan cerca”. Le dije que con mis ahorros para el retiro, no me alcanzaba ni para la puerta de madera, que está a la entrada, por lo que vi en las fotos, porque nunca lo conocí en persona, ese sitio paradisiaco que se ubica en el tramo entre Orizaba y Fortín, por la carretera antigua, o la vieja, como suele llamársele.
EN SALA DE BANDERAS
Puntual apareció el gobernador. Tenía como un par de años que no visitaba ese Palacio jalapeño. Aquellos colorados que caminaban por ahí el año pasado, cobrando cuentas viejas, ya no están, se fueron rendidos. Un solo policía por el lado del Parque. Era una tarde de frio, de duro cierzo invernal, como dice la canción. 9 grados por la mañana en Orizaba y Xalapa, mi hoja de ruta de ese día. Miguel Ángel llegó. Saludó a cada uno de los diez allí presentes, donde faltó Raúl Arroniz, del Mundo de Orizaba-Córdoba. Poco antes apareció Elías Assad Danini, joven con barba y chaleco, de la fuerza Talibán, su coordinador de Comunicación Social; y el dos del organigrama, Rogelio Franco Castán, aunque los que saben de estas cosas dicen que es el tres, que Muñoz Ganem es el auténtico dos. Trajeado caminó y a uno por uno les saludó. Se sentó en el asiento del gobernador en el Salón de Banderas, abajo del gigantesco cuadro de Benito Juárez. Traje oscuro, camisa blanca y corbata azul clara, Yunes escuchó a todos y cada uno de los comisionados, y a la presidenta Ana Laura. La función de la Comisión es velar porque no haya ningún quebranto a ningún periodista. La reunión se prolongó por dos horas. Tenía en sala aledaña el gobernador a otra comisión. Fue a verles y regresó. Era bien su interés por explicar muchas de las cosas de su gobierno. Y a todo le entró, no rehuyó tema, lo mismo aquella anécdota ya platicada, cuando se reunió con Agustín Carstens, quizá el economista más brillante de este país, una mente lúcida para los números, le dio un par de consejos de qué hacer en un par de años, porque un par de años se va tan rápido como un viento de norte. Construir y reconstruir las instituciones, le dijo Carstens, y lo ha tomado como hoja de ruta y tarea de su gobierno, donde no hay mañanas ni noches que no se le vea trabajar incansable, fiel a su costumbre que lo ha sido de todo un tiempo, el mismo que se preparó para llegar adonde llegó, la silla de gobernador. Habló sobre el periodismo y sobre sus amigos periodistas, que se pone a leer (no ler, como dijo Aurelio) lo mismo desde muy temprano hasta altas horas de la noche, quizá cuando la mente ya está tranquila y en paz. No paró, dos horas explicaba los tiempos de su gobierno, escasos 40 y tantos días, desde el primer día de diciembre que tomó este gobierno que encontró empantanado, quebrado, sin dinero ni para los sueldos. Y repitió el cantar de los cantares, o sea el dinero que recupera de los veracruzanos, que será de los mil y pico de millones, que uno los ve muy sencillos, pero es una endemoniada cantidad de dinero. Tocó el tema de la relación con el Congreso, donde pese a todo ha encontrado votos de la oposición que se han sumado para algunos de los proyectos, entre ellos el nombramiento del Fiscal Winkler. Del helicóptero Bell, que tuvo necesidad de alquilar porque el día que los vándalos llegaron en una noche infernal, y puso al gobierno en alerta máxima, necesitó de ese medio no solo para llegar a la zona Veracruz-Boca del Rio, sino para sobrevolar la zona saqueada. Y lo hizo, decía, porque las naves del gobierno están para chatarra vieja. La situación era desesperada, y como sabemos por la ley de Murphy, toda situación desesperada es susceptible de agravarse. Se recordó a los periodistas asesinados, el caso Regina Martínez, de Proceso, nacida en Rafael Lucio, Veracruz, asesinada un 28 de abril de 2012, en su casa, en un crimen que no ha quedado debidamente aclarado, y que el mismo Maestro Julio Scherer dijo que no eran creíbles esas versiones del gobierno veracruzano, heridas aún abiertas, así como la de Milo Vela (Notiver), abatido con su familia, en 2011, por la delincuencia organizada, en el sexenio pasado. Los periodistas que pagaron con su sangre el tributo a informar con veracidad, con su libertad de expresión. Casos que todos oramos porque no se repitan nunca más, que nunca sucedan. En un Estado donde nos significamos por ser los primeros en crímenes a periodistas, ofreció Yunes el apoyo de la Fiscalía, de Seguridad Pública y de los Centros de Salud hospitalarios, porque luego son requeridos en emergencias. “Lo nuestro no es un cambio de gobierno. Es un cambio de régimen”, decía y hablaba de la democracia y que él, de su parte y de todo su equipo de gobierno, respetarían siempre la función de los comunicadores, los de prensa, tele, radio, redes sociales, todos aquellos que ejerzan la Libertad de Expresión. Casi a las 9 de la noche nos despedimos. Posamos a una foto del grupo y ahí se rompió una taza, y cada quien para su casa.
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