Leía hace unos días esto en el periódico español El País: “México ha conquistado a Estados Unidos a través del paladar. Lo ha hecho con una de sus frutas milenarias: el aguacate. Más allá de la moda, el alimento, en su mayoría importado del país latinoamericano, está presente en el 60% de los hogares estadounidenses y su consumo per cápita ha saltado de los 400 gramos a los 3 kg., en tan solo dos décadas, según el Ministerio de Agricultura de EE UU. La inusitada demanda ha llevado a la cúspide a los agricultores mexicanos, que se preparan para una gran batalla ante las amenazas proteccionistas de Donald Trump, que promete cerrar el espacio de libre comercio inaugurado hace casi 23 años entre tres de los gigantes de Norteamérica”.
Y es que, ¡Carajo!, el año pasado México le vendió a los Estados Unidos la friolera, nada más y nada menos, de ¡1,500 millones de dólares!, de aguacate de la variedad Hass que se produce mayoritariamente en nuestro país en el estado de Michoacán. Un mundo de dinero que además se reparte entre los miles de productores rurales del estado purépecha. Y ahora que estamos a tan solo unas horas de la edición número LI (51) del máximo evento entre los espectáculos deportivos de la Unión Americana, el Superbowl, viene al caso recordar que entre los principales patrocinadores de las transmisiones televisivas del juego por el campeonato de la NFL, está precisamente una agrupación de agricultores michoacanos exportadores del aguacate mexicano a tierras ‘Trumpeanas’.
¿A poco no da gusto saber de estas cosas entre tanta mala noticia y un humor social que está por los suelos?, pero no solo eso, el mero día del Súper Tazón se incrementa en todo Estados Unidos el consumo de nachos y totopos de maíz, de chiles verdes jalapeños, tomatillos y cebollas blancas cultivados en su mayoría en los estados centrales de México, más esa maravillosa y humilde yerba a la que conocemos como cilantro, que constituyen la combinación perfecta para preparar la receta de un buen guacamole o de una salsa verde ‘guacamolada’, y por supuesto también de tequila porque los gringos no perdonan sus cocteles margarita, además de mucha cerveza, carne asada y carbón de encino y de mezquite, mucho del cual México también lo exporta a nuestros vecinos del norte.
Y perdonen que vuelva a repetir esta expresión muy nuestra de ¡Carajo, pero 1,500 millones de dólares en aguacates!, esa cifra, como diría el clásico de Boca del Río ¡Es oro molido! Por eso con Trump tenemos que negociar con inteligencia, estas cifras no obligan a ello, no nos hagamos tontos, hay que ver que lo que nos compra EUA nadie en el mundo nos lo va a comprar, nadie puede substituir a ese hipermercado, con el poder adquisitivo que tiene, y también hay que ser realistas, lo que ellos nos venden a nosotros tampoco nadie nos lo va a vender, hay mucho México allá del otro lado y también acá hay mucho de los Estados Unidos, hay una integración comercial que no tan fácilmente se puede suplir, de ambos lados, ¡eh!
Y aquí en Veracruz también deberíamos estar atentos al mercado del aguacate porque cada vez se produce más de ese fruto verde en tierras coscomatepecanas. En la zona se produce papa para surtir a Sabritas, café, caña de azúcar, chayote y ahora se está empezando a producir aguacate Hass de buena calidad como el que se da en Michoacán. México es el primer productor de aguacate en el mundo, peo con much, se puede decir que es un mercado que tenemos en la bolsa si lo sabemos administrar, además, por si fuera poco, los mexicanos consumimos nada más un promedio de 7 kg. por cápita.
Entonces, para negociar con el nazi que tenemos al norte, necesitamos ganar tiempo, atrasar los procesos lo más que se pueda. Necesitamos, como lo hubiera dicho don Fernando Marcos para jugar fútbol: “La cabeza caliente y los pies fríos”.
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