Llega puntual a la cita y no parece los 83 años que tiene. Su columna vertebral intacta y su voluntad de estar en todos los detalles de la vida lo hacen un hombre indestructible. Pregunta cómo va SinEmbargo. No quiere hacer de su gesto de dignidad –hace poco menos de 29 años ganó, de acuerdo con muchos, la Presidencia de México– el último de los gestos dignos de un pueblo atacado por varios lados. Pregona que, para México, su futuro está en regresar a donde empezó su época moderna: en la defensa del petróleo.
Viene de escribir la biografía de su padre, Lázaro Cárdenas, un trabajo de tres años donde la fecunda gestión es el núcleo de este libro y donde su progenitor parece un hombre tan adelantado a nuestro tiempo. Como cuando, por ejemplo, se mudó a Baja California porque su mayor preocupación era que entrada Estados Unidos, que sus bases militares no se establecieran allí, porque allí permanecerían hasta hoy.
“No es de mí que voy a hablar en este libro”, dice Cuauhtémoc Cárdenas.
Así que su padre se hizo presente en miles de escritos y miles de recuerdos; miles de voces que fueron rememorando su legado hasta este presente donde la “utopía cardenista” –según acepción de Lorenzo Meyer– se acerca, dramáticamente, más que siempre.
Es una voz no sólo para México sino para toda Latinoamérica.
El hijo del “Tata” dice que se apuró a terminarlo para poder presentarlo en la Feria Internacional de Guadalajara (FIL GDL) aunque da de suyo que la oportunidad trasciende el encuentro librero, y hoy, como nunca, el suyo es un libro imprescindible.
–Así que lo escribió todos los días un poquito… –se le comenta.
–Casi todos los días. Empecé hace cuatro años para una reunión que se hace todos los años en el Centro de Estudios de la Revolución Mexicana, en Jiquilpan, Michoacán. Fue en 2012 que presenté un trabajo sobre lo que era la zona en los años en que nació mi padre. Vi que los propios apuntes venían de los textos de mi padre y de ahí me surgió la idea de escribir una biografía. En casa habíamos estado platicando de hacer una biografía de principio a fin sobre la vida de mi padre.
–¿Fue tenerlo presente todos los días?
–Sí, fue tenerlo presente todos los días y en todo momento en que estuve escribiendo este libro. Era un intento de que hablara él por sí mismo, por sus textos.
–¿Qué nos quedó de la utopía cardenista, de esa utopía nacionalista, como menciona Lorenzo Meyer?
–Queda, por un lado, una utopía: un compromiso de seguir buscando por lo que se luchó. En esa época hubo logros importantes y creo que se puede recuperar ese camino y creo que es necesario recuperar el país por un camino muy distinto al que fue llevado en los últimos años.
–¿Qué no debimos haber hecho?
–Caer en el neoliberalismo en los últimos 30 años, y luego no haber combatido mucho más el tema de la corrupción, las eventuales desviaciones, desde mucho tiempo atrás.
–Durante los últimos 30 años hemos visto cómo la corrupción ha ido aumentando…
–Así es. La corrupción, y asociada con la corrupción, la inseguridad, la presencia de la delincuencia por todo el país. Pero también el aumento de la pobreza, de la desigualdad social, una economía que no crece y que no genera los recursos necesarios para invertir en el desarrollo del país.
–¿Haber abandonado el petróleo?
–Bueno, yo creo que este es uno de los mayores desastres de México. Es el mayor error, el mayor retroceso que se ha dado: abrir el petróleo a intereses privados para que esos intereses privados busquen el lucro y las ganancias de su inversión. La forma en que se ha modificado la Ley en lo que hace al petróleo, empezando por la Constitución, se deja abierto para que el dueño del petróleo, en este caso un particular, pueda disponer de él a su conveniencia. Y puede ser que su conveniencia no tenga que ver con las necesidades de enfrentar las demandas del país. Por lo tanto, podríamos vernos en situaciones de agotamiento prematuro de nuestros yacimientos y de épocas de desabastecimiento, justamente porque el petróleo que hoy se extrae en México y que se utiliza para atender demandas internas pudiera irse para otras finalidades.
–Somos un país productor de petróleo y pagamos el petróleo como si estuviéramos en Australia…
–Así es. Eso cuenta mucho cuando se hace la integración de los precios de muchos productos. Empezando por la gasolina.
–Hace 30 años, cuando usted fue elegido Presidente, ¿hubiera firmado el TLCAN?
–No, claro que no. Nosotros, cuando el Acuerdo del Libre Comercio estaba discutiéndose, hablábamos de que debía firmarse por el desarrollo de las tres naciones. Queríamos que se tomaran en cuenta las diferencias entre los tres países signatarios, que se buscara efectivamente inversiones que pudieran poner en un piso más parejo a las tres economías y a partir de ahí ya buscar la apertura de los intercambios. No una apertura indiscriminada como se dio en 1994, incluso antes, y siempre quedando como el socio que estaba en las peores condiciones para competir. Tampoco se aprovecharon los cuatro o cinco años de negociaciones para modernizar nuestra economía. Siguieron las mismas inercias, las mismas dinámicas, no se aprovecharon para modernizar la industria, ni la pequeña ni mediana empresa, ni el campo, y ahí tenemos muchos de los conflictos que se presentan actualmente.
–¿Va a ser bueno, ahora, dejar el TLCAN?
–Conviene una revisión que por ahora anteponga los intereses del país, de los productores mexicanos, de los consumidores mexicanos, de nuestros exportadores e importadores. Porque todo esto nos permitiría una relación mucho menos inequitativa con los Estados Unidos, que es sin ninguna duda el principal socio comercial de México y socio además con seres humanos: las personas que van y vienen entre México y Estados Unidos. Es muy importante.
–Va a ser falta un líder para eso…
–Mire, yo no creo en lo que hace falta. Todos aquellos que pensamos en la necesidad de construir una fuerza que cambie el rumbo de nuestro país, primero nos reunimos para discutir cuáles serían esas medidas, por dónde vemos las principales soluciones, y en ese debate debieran caber todos: gente sin partido, gente con partido, gente que se mueve en diferentes medios, el académico, obreros, campesinos, profesionales libres, todo el mundo debe caber en este debate y finalmente construir una mayoría social que dé respaldo a una propuesta difícilmente se puede lograr un cambio.
–Hace 60 años construíamos la UNAM, el IMSS, el INFONAVIT, ¿éramos más ricos?
–Sin duda. Son muchos compromisos sociales surgidos a la luz de la Revolución. Desde 1970 no se hace una universidad en la Ciudad de México. La última fue la UAM. Muy importante, el crecimiento de la UNAM; muy importante el crecimiento de la Metropolitana; muy importante la presencia del Politécnico. Pero si vemos cada inicio del ciclo escolar, pues hay una enorme insuficiencia de espacios universitarios. Lo vemos simplemente por el gran número de rechazados que se dan en la Ciudad de México y que se dan en todo el país. No ha habido una política de ampliar los espacios en la educación superior que están reclamando millares y millares de jóvenes.
–¿Éramos más ricos o perdimos el sueño de grandeza?
–Teníamos una mejor distribución de la riqueza. Teníamos muchas más oportunidades para mucha más gente que ahora, yo diría que ahora las oportunidades de progreso se concentran como se concentra la riqueza del país, en grupos cada vez menores y por eso el crecimiento de la pobreza, de la desigualdad y del desempleo…
–¿Y cuándo viene la restauración de la Nación?
–Yo espero que sea pronto.
–¿Perdimos soberanía al acercarnos tanto a Estados Unidos?
–Yo diría que no se han defendido ni se han rescatado los espacios para ejercer la soberanía. Por eso nuestras decisiones, que deberían estar capacitadas para elevar el nivel de vida de la gente, se han estado tomando con intereses muy distintos a las de los mexicanos.
–¿Qué es Estados Unidos?
–Bueno, es el lugar de donde vienen las directrices neoliberales y que los países han acatado sin chistar, y aplicándola con todo rigor, en detrimento de nuestro desarrollo y de los niveles de vida de la población.
–¿Qué es Donald Trump?
–Es un tipo arbitrario, una persona soberbia, que llega a la Presidencia de los Estados Unidos, que no sabemos hasta dónde quiere llegar con los agravios hacia México y otros países y al que además la única forma de detenerlo es fortaleciéndonos internamente. Es cierto que hay que ver con los derechos de los mexicanos del exterior, pero la forma de seguir enfrentando los debates de la Presidencia de los Estados Unidos es fortaleciendo a nuestro país y esto es cambiando el modelo de desarrollo, generando empleo formal, elevando el ingreso familiar, fortaleciendo los mercados internos, dando oportunidades para que los productores también se fortalezcan, tanto los urbanos como los del campo, buscando integrar nuestras cadenas productivas, buscando dar valor a nuestras riquezas naturales que muchas veces se exportan como materias primas, como el propio petróleo. A partir de ampliar la cadena de refinación, destinar todo lo que sea posible a la industria petroquímica instalada en el país.
–Abriendo nuevos mercados, también…
–Sí, pero lo importante es el producto petroquímico. Todo lo que ve: esa cámara de fotos, la industria aeroespacial, las sillas, esta alfombra, está hecha con producto petroquímico y ahí está el futuro del petróleo.
–La historia nos dice, según Krauze, que hay que enfrentar a los tiranos…
–Bueno, hay que enfrentarlos con inteligencia y el poder de toda la gente. Me resultaría hoy absurdo pedir enfrentamiento con violencia…
–La corrupción ha llegado a estos niños enfermos de cáncer y para esos casos es imposible no pedir violencia…
–Bueno, la delincuencia debe ser combatida con el rigor de la Ley. En estos niños afectados por el cáncer hay un socio interno y un socio externo. Uno está adentro y el otro está fuera.
–¿No se le hace tremendo que esa gente no vaya a la cárcel?
–Ya llegará. Yo espero que este no sea un caso concluido.
–Cuando Lázaro Cárdenas se va a Tijuana, ¿tenía qué preocupaciones?
–Cuando recién estalla la Segunda Guerra Mundial se va a Baja California porque tenía rumores de que se iban a instalar bases militares norteamericanas en el territorio. Y él tenía la convicción de que si se instalaban de inicio, iban a decir que eran provisionales, iban a ser permanente en el espacio nacional. La defensa del territorio correspondían a las fuerzas nacionales.
–¿Cómo rememora usted el discurso contra Bahía de Cochinos en el Zócalo?
–Bueno, yo no estaba aquí, pero por voces sé que estuvo conmovedor. Es un Zócalo lleno de jóvenes, totalmente silenciosos, porque además hubo que hablar desde el cofre de un automóvil y sin micrófonos. Afortunadamente alguien grabó esas palabras y así se han conservado.
–¿La política de México hacia Cuba es una herencia cardenista?
–Mire, yo no lo pondría en esos términos. Me parece que es más una herencia de la Revolución Mexicana, que fue solidaria con los movimientos emancipadores de América Latina. Por aquí estuvo Martí, pasó Sandino, pasaron el Che, Fidel y Camilo, en ese 26 de julio cuando se celebraba la Revolución hecha gobierno…
–¿Qué recuerda usted de la dignidad mexicana?
–Mucho. Cuando se ha tenido una posición firme se han podido vencer muchos obstáculos y frenar muchas embestidas del exterior. Principalmente del Norte, en este caso. En muchos momentos de nuestra historia. En los primeros años de la Revolución Mexicana, en los gobiernos de Francisco I.Madero, de Venustiano Carranza, cuando se discutían los impuestos del petróleo con las compañías o la actitud de Plutarco Elías Calles cuando se expide la primera Ley Reglamentaria del Artículo 27 [Constitucional], que desagrada a las compañías y que se presenta incluso un riesgo de invasión de México, en este caso con Lázaro Cárdena como comandante militar en la huasteca y con órdenes del Presidente Calles, que si se producía la invasión se quemaran los pozos…
–El último gesto de dignidad fue hace 30 años, cuando usted decidió no luchar por defender su Presidencia…
–Pues no, creo que hay muchos momentos en que la gente se ha puesto firme para defender sus derechos y afortunadamente lo sigue haciendo.
–¿Cuáles son los momentos más amargos y más lúcidos de su padre, Lázaro Cárdenas?
–El momento de mayor dolor es no haber podido sacar a los presos políticos, tanto de los ferrocarrileros que caen desde 1958, con Vallejo y Campa entre otros, hasta los universitarios que se suman en 1968, a pesar de las gestiones que realiza frente a los Presidentes López Mateos y Díaz Ordaz.
–¿Cárdenas fue un hombre adelantado?
–En la vida de las naciones siempre hay hombres adelantados. Quizá él fue uno de ellos. Su vida fue de estar de problemas en problemas.
–¿Fue un hombre bueno?
–Eso sí, fue un hombre bueno.
–¿Dónde está la esperanza de México?
–La esperanza de México está en el propio México y en su gente, que es la que va a imponer el rumbo y nuevos patrones de desarrollo.
–¿Y cómo ve el futuro?
–Tenemos un futuro inmediato de lucha y de organización social para poder salir avanti. Quiero pensar en que lo que se dice en mi libro algo aportará. Es un libro para tomar enseñanzas, tanto desde el poder como desde afuera.