Después de la crisis de 1930, “Alemania destrozada, busca levantarse, busca identidad, busca un líder, alguien que le devuelva la identidad y hay un muchachito que se llama Adolfo Hitler y dice ‘yo puedo, yo puedo’. Y toda Alemania vota por Hitler”, afirma el papa Francisco.

El 20 de enero Antonio Caño, director de El País, y Pablo Ordaz, su corresponsal en Roma, entrevistan al papa por más de una hora en Casa de Santa Marta, el sitio donde vive dentro del Vaticano. Uno de los temas es el de los “salvadores” de los pueblos en época de crisis. Los hay de derecha e izquierda y siempre son un fraude.

“Hitler no robó el poder, continúa el papa, fue votado por su pueblo, y después destruyó a su pueblo. Ese es el peligro. En momentos de crisis, no funciona el discernimiento y para mí es una referencia continua”. (El País, 22.01.17).

El papa caracteriza una situación en la historia de los países, pero no hace referencia a alguno de esos personajes en la actualidad. Al lector queda el poner los nombres. Son líderes como Trump, de la derecha conservadora, o lo fue Hugo Chávez, de una pseudoizquierda. Los dos elegidos por el voto.

En esa situación, los pueblos dicen “busquemos un salvador que nos devuelva la identidad y defendámonos con muros, con alambres, con lo que sea, de los otros pueblos que nos puedan quitar la identidad. Y eso es muy grave”, afirma el papa.

El caso de Alemania en 1933 “es típico, un pueblo que estaba en crisis, que buscó una identidad y apareció ese líder carismático que prometió darles una identidad, y les dio una identidad distorsionada y ya sabemos lo que pasó”, concluye el papa.

En la actual situación los lectores de la entrevista, yo entre ellos, no pueden dejar de pensar que el papa, sin decirlo o incluso sin proponérselo, está haciendo referencia a Donald Trump, de la derecha, o a Nicolás Maduro, el presidente de Venezuela, de la pseudoizquierda.

La historia ha demostrado una y otra vez que cuando los pueblos eligen a un redentor, a un salvador, no a un jefe del Estado o del gobierno, siempre se equivocan y terminan por pagar muy caro su error.

No pienso que Donald Trump va a hacer la excepción. El que se ofreció como salvador de un país en decadencia y profunda crisis y como el único capaz de devolverle su grandeza va a terminar en un gran fracaso y hacer un daño incalculable a su país y a quienes votaron por él.

En México, para la elección presidencial del 2018 necesitamos políticos, hombres y mujeres, con propuestas atractivas y razonables. El país no requiere redentores. Hay que cuidarse de ellos. Los salvadores de izquierda o de derecha conducen siempre al desastre. No hay excepciones.

Twitter: @RubenAguilar