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Política sin principios y negocios sin moral son dos de los pecados sociales mencionados por Mahatma Gandhi y ahora más que nunca los veo latentes en nuestro entorno, principalmente en Donald Trump, quien representa ambos, por un lado al político que no tiene ni idea de cómo funciona el cargo que ostenta pues toda su vida se ha desempeñado como un empresario y por el otro es el businessman que no tiene miedo de decir a alguien estás despedido sin explicar razones, que destruye a sus adversarios sin consideración y así ha amasado una gran fortuna.
Es así que la encarnación del egoísmo, la irracionalidad y el odio ha llegado a la oficina oval, creyendo que un país se puede dirigir desde Twitter, que el poder es un medio que sirve sólo para beneficiarse a sí y sus allegados. Donald Trump es el terror de los migrantes, pese a él mismo provenir de un origen similar, es el dolor de cabeza de empresas que han acuñado sus negocios en varios países que ahora se encuentran en la mira de sus ataques y principalmente el temor de México, por lo que no hemos podido quitarle los ojos de encima.
He visto múltiples boicots orquestados contra empresas extranjeras como si dejar de consumir un café en Starbucks fuese a resolver los conflictos diplomáticos, pero esa no es ni la solución ni una idea viable, ya que como mencioné antes, las grandes empresas han sido en gran parte impulsoras de nuestro desarrollo, incluso la semana pasada Starbucks lanzó un comunicado explicando el impacto de su franquicia en nuestro país, la cantidad de café mexicano que distribuyen nacional e internacionalmente y ni hablar del número de empleos ofertados. Aunque también he de mencionar las ventajas que como país hemos brindado al abaratarles la mano de obra, la reducción de impuestos y las ganancias que de nuestros consumidores obtienen.
No todas las empresas son tan agradecidas como Starbucks, ahí tenemos a Ford quienes de inmediato abandonaron los planes de seguir con la planta en San Luis Potosí. Bien dicen que el verdadero problema y eje de nuestro miedo no debería ser Donald Trump, sino todos sus seguidores, algunos con más poder que otros son quienes realmente pueden controlar lo que está pasando a nivel mundial. Aunque somos los más bulleados por el rufián no somos los únicos, los musulmanes y refugiados también han sufrido embates de su parte. Medios de comunicación como Der Spiegel y The Economist han señalado el daño que el nuevo presidente ha hecho no sólo al exterior sino a su misma patria, destrozándola poco a poco, olvidando que los grandes líderes del presente, provienen de inmigrantes y que la solidez de la nación se debe al sueño de quienes llegaron con la esperanza de crecer.
Empresas como Google, Facebook, Amazon y Netflix han ofrecido su apoyo para contrarrestar las agresivas políticas del ahora presidente de los Estados Unidos, además han comprobado que el poder no sólo estriba en los gobiernos, enfrentando las duras medidas que éste pueda tomar contra ellos por medio de impuestos, sin embargo el verdadero poder está en la gente, en los consumidores y empleados que han sido partícipes del impulso de grandes compañías, por ello aplaudo sus acciones de ayuda porque devuelven un poco de fe y esperanza no sólo a México sino al resto de naciones afectadas.
Con todos los hechos anteriores considero que hemos de valorarnos más como patria y unirnos como pueblo, durante años hemos sido el principal mercado de Latinoamérica, tenemos tanto poder como queramos utilizarlo, el problema es que nos dejamos asustar por amenazas que si bien pueden dañarnos también nos brindan oportunidades para mejorar, nuestra economía se ha basado por mucho tiempo en emular a la del país vecino, pero sin duda no hemos logrado el mismo crecimiento, quizás por la falta de oportunidades de desarrollo, por nuestro deficiente sistema de educación y la fuga de talento, es momento de ponernos las pilas y rectificar el camino. Contando con tantos recursos naturales no podemos hacer de Estados Unidos nuestro único eje de desarrollo.
Si las grandes empresas mexicanas crean oportunidades y apoyo como lo hacen las del extranjero podremos compensar las fallas de nuestro gobierno, seríamos capaces de desarrollar conocimiento y generar otras fuentes de empleo para que nuestra gente no tenga que perseguir sus sueños del otro lado. Seamos conscientes de que si bien Estados Unidos es una nación poderosa, no es todo el mundo y acuerdos comerciales pueden surgir con otras potencias.