El pasado domingo hubo una convocatoria, bueno, en los hechos hubo dos convocatorias a marchar en la ciudad de México y en otras ciudades importantes de la República, en contra del barbaján que “gobierna” la Unión Americana.
Y fueron dos convocatorias, una, llamémosla auténtica, la de María Elena Morera, promotora y fundadora de organizaciones civiles como Horizonte y Oportunidad A.C.; de Ciudadanos Por una Causa en Común A.C., así como del observatorio ciudadano para evaluar a las policía estatales y municipales, y del Comité especial de seguimiento y evaluación de la Estrategia Nacional Antisecuestro del Gobierno Federal, y la otra, llamémosla ‘la espuria’, convocada por la señora Isabel Miranda de Wallace, de la organización ‘Alto al secuestro’. La primera se llamó ‘Vibra México’ y la segunda ‘Mexicanos unidos’.
Como sabemos, las dos activistas y convocantes andan metidas en estas cuestiones que tienen que ver con la seguridad pública porque ambas damas, directa o indirectamente han sido víctimas de eventos tan desgraciados como es el vivir el secuestro de un familiar. A la señora Morera le secuestraron y asesinaron a un yerno, a la señora Wallace le pasó lo mismo pero con un hijo. ¿Pero por qué a la primera se le considera auténtica y la segunda como chafa? Bueno, el problema en todo esto es que la señora Morera se ha ocupado nada más de participar en organismos de la sociedad civil y la señora Wallace ha tenido el gusanillo de participar en política, ya fue candidata a la jefatura del gobierno de la ciudad de México por el PAN, o sea, la desvirtúa o la hace perder autenticidad aquello a lo que mi señora madre llamaba la misa y la procesión.
Esto es, no se puede estar en la misa y en la procesión al mismo tiempo –Jorge G. Castañeda le llama a esto ‘mamar y dar de topes a la vez-. La Morera está del lado de la sociedad civil y ahí se mantiene y la señora Wallace, por el contrario, no ha abdicado a la tentación de participar en política, trae metido el gusanillo del poder, porque la diferencia precisamente entre un bando y otro es ese precisamente, el poder político, del otro lado nada más se cuenta con el poder ciudadano, que no es desestimable de ninguna manera, pero lo primero implica dinero, poder político, privilegios, empleomanía a tus órdenes, etc., además, la organización que primero convocó fue la de la señora Morera, y después la de la Wallace, una era para atacar a Trump y la otra para que no atacaran al presiente Peña Nieto.
Total, que marchar y tomar las calles, la plaza pública, el espacio público o como usted le quiera llamar nunca está de más ni tampoco está de menos. Empoderarse y salir a la calle y manifestarse por lo que sea debería ser un derecho y una garantía por igual para todos los ciudadano, pero que no le digan a uno: “pero que no te olvide, no te confundas, el enemigo no es el presidente, el enemigo en común es Trump, por favor no vayas a pecar de incorreciones políticas y no vayas a lanzar diatribas en contra del presidente”, ¡por favor!, no mamen, hay que salir a la calle y vociferar lo que uno quiera y que no haya nadie que le imponga a uno directrices sobre qué decir o no decir.
Sobre todo porque el comal no está para más pepitas, la gente además de desencantada está muy encabronada. Dice Aguilar Camín en su columna del día de hoy en Milenio: «México tiene un Presidente sin capital político, un gobierno recubierto de ineficacia y corrupción y una economía mediocre que depende en gran medida de lo que Trump quiere destruir: el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, entonces que nadie se queje si le mientan la madre con un rayón en algún baño público. Y tampoco no hay que confundirse, el presidente está en el centro del encabronamiento de muchos mexicanos, pero este repudio es en contra en general de la clase política mexicana que tanto nos ha quedado a deber.
La repulsa entonces es por muchos y, en fin, por una sociedad política que se ha quedado muy por debajo de lo que los mexicanos requerimos de ellos.
cronicadelpoder1@nullgemail.com
@marcogonzalezga