Los estados de ánimo no son un fenómeno individual; siempre están sintonizados con el humor social de nuestro tiempo.
Scot Rousse
El desencanto sobre la política es más que evidente. La simpleza en el trato de la misma, nos presenta un escenario disímbolo, que hace hincapié en el descredito y la polarización social.
Esquema que mancilla los tan requeridos espacios para la planeación e inclusión social. Queramos o no, la política o lo que con ella se hace, es la bisagra por donde transitaran las ideas y la acción pública orientada hacia mejores escenarios.
Los últimos acontecimientos hacen ver, a la confrontación como un epítome que posiciona a los actores, es decir, el conflicto es el afluente de crecimiento político, más que las ideas o los argumentos.
De esa manera, no cuesta trabajo imaginarse que la impunidad sobre el manejo de las arcas públicas es la principal responsable de ello, pero sí llama la atención que, a pesar de los múltiples escándalos y los ataques frontales, en la mayoría de los casos, los hechos quedan impunes.
La plataforma Infolatina, da cuenta, de por ejemplo 303 escándalos políticos de 62 gobernadores que fungieron en su cargo de 2000 a 2013. De los 303 escándalos analizados solo en 30(menos del 10%) hubo algún tipo de sanción o reprimenda por parte del partido.
Dice Pablo Montes Mendoza, que los partidos se encuentran así entre la espada y la pared: por un lado, defender al gobernador envuelto en el escándalo afecta la imagen del partido ante la opinión pública, pero, por el otro, castigarlo significa renunciar a los beneficios que el mandatario aporta para las contiendas electorales.
Ante ello, es que las tormentas cortas que generan los ataques terminan por erosionar el sistema de partidos; donde aquellos que se muestren con hálito de pureza cachan potenciales votos que les alcanza para ganar la contienda electoral sin la necesidad de presentar ideas claras.
Sin embargo, aún se está lejos de que se impulsen mejores servicios públicos. Sobre todo, cuando mucho del desgaste del funcionario radica actualmente más en resolver lo mediático que en la propia gestión pública.
Y así para los habitantes del siglo XXI, la crisis de política, la falta de credibilidad en la gobernanza, las irritaciones económicas son como una losa que debemos sostener en medio de un pantano.
Cabe destacar que aquellos que nos preocupamos de la cosa pública debemos no atizar el rencor ni la confrontación, sino los acuerdos y el entendimiento para entregar a las futuras generaciones más que un espacio donde hay tormentas, en las que parece que ya nada florece, donde los caminos son un cráter y las ideas sueños.
Cada espacio es una oportunidad, hagamos un uso correcto de ella, al mejorar el área de desenvolvimiento de los demás nos ayudamos nosotros mismos, y así salimos del lóbrego escenario.
Recordando:
Si un mal estado anímico predomina en la mayoría de los individuos es porque hay un mal estado anímico en la sociedad como un todo.