El Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se ha convertido en uno de los nuevos protagonistas del carnaval de Brasil, después de que sus máscaras pasaran a engrosar el catálogo de tiendas de disfraces de Sao Paulo y se colaran en las fiestas callejeras que preceden a la “mayor fiesta del mundo”.
La careta de Trump es uno de los nuevos atractivos de la calle 25 de marzo, una popular avenida del centro de Sao Paulo donde se concentran las tiendas de disfraces de la capital paulista y en la que diariamente transitan cientos de personas en busca de sus adornos.
De cabello rubio y tez anaranjada, la máscara de Trump ocupa un espacio privilegiado en la vitrina de una enorme tienda repleta de disfraces, al lado de otros importantes políticos, como su antecesor, Barack Obama, o el ex Presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.
“Ya habíamos hecho a otros presidentes como Clinton, Barack Obama y ahora incluimos a Trump también porque es de los más polémicos”, aseguró a Efe el propietario de la tienda “Festas e Fantasias”, Pierre Sfeir, un libanés afincado en Brasil desde hace cuarenta años.
En las estanterías también hay caretas del fallecido líder cubano Fidel Castro y otras más polémicas como la del ex dictador iraquí Sadam Huseín, aunque la preferida por los brasileños este año es la del Presidente número 45 de Estados Unidos.
La tienda encargó un molde en el país norteamericano y sobre él ha producido unas 2 mil máscaras del mandatario, las cuales ya ganaron notoriedad en otras festividades, como Halloween.
Y es que, según Sfeir, es más económico fabricar las máscaras en su taller de Sao Paulo que importarlas de otros países, como China, debido a los tasas arancelarias.
Las caretas de plástico de Trump son vendidas en Brasil a unos 7 reales (unos 2.3 dólares), mientras que en Estados Unidos son comercializadas, según el propietario de la tienda, por el doble de precio.
Trump ha ganado notoriedad en los “blocos”, como se conocen a la comparsas callejeras que arrastran a miles de personas en las calles de Brasil y preparan el ambiente de cara al carnaval, una fiesta que paraliza el país durante prácticamente una semana.
Algunos brasileños han echado mano de la creatividad y han aludido en sus disfraces a algunas de las propuestas más polémicas del presidente estadounidense: la construcción de un muro con México.
En las calles de Río de Janeiro, la capital del carnaval, un grupo de cinco jóvenes, usando gorros mexicanos, salió a la calle sujetando una tela con ladrillos, mientras que un colega, vestido de traje y con una peluca amarilla, imitaba al mandatario.
En Olinda, una histórica ciudad de Pernambuco, Trump ocupará las calles de la ciudad durante el carnaval en forma de muñeco gigante, al lado de otros políticos y caras conocidas del caso Petrobras, como el joven fiscal Deltan Dallagnol.
Las empinadas calles de Olinda, Patrimonio Histórico de la Humanidad, reúnen todos los años una decena de gigantes y cabezudos que homenajean a personajes conocidos fuera y dentro del país suramericano.
Comparado en algunas ocasiones con Trump, el Alcalde de Sao Paulo, Joao Doria, también tiene un lugar reservado en el carnaval brasileño, en el que ha sido creada una “marchinha” (canciones populares) en su honor.
Titulada “Pinto por cima” (pinto por encima), la “marchina” ironiza sobre la guerra a los grafitis declarada por Doria, quien como Trump surgió en la vida política tras una exitosa carrera en el mundo empresarial.