En el 2016 las remesas de Estados Unidos a México alcanzaron un nivel histórico al sumar 27,000 millones de dólares, un crecimiento de 8.8% con relación al año anterior, según el Banco de México (BM).

El 31% de las remesas proviene del estado de California y 14.6%, de Texas, estas dos entidades suman 45.6% del total. Les siguen Illinois, con 5.1%, Nueva York (4.2%), Florida (4.0%), Georgia (3 8%) y, con entre 2.5 y 2.2%, Arizona, Carolina del Norte, Washington y Colorado, de acuerdo con el BM.

En pesos el total de las remesas sumó 500,749 millones. La depreciación de la moneda nacional jugó a favor de los receptores de las mismas que por este rubro recibieron 75,000 millones de pesos más, en cálculos del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP).

Entre los estudiosos del tema hay consenso en señalar que son dos las causas del crecimiento histórico: un dólar fuerte: los migrantes pueden enviar más pesos a sus familiares, pero, sobre todo, el temor a las políticas restrictivas que pueda asumir el presidente Trump en torno a las remesas.

La elección de Trump ha generado un escenario de incertidumbre entre los migrantes y éstos han decidido, para protegerse de cualquier eventualidad, incrementar el monto de sus envíos, que, en cada caso, tienen un promedio de 318 dólares, en versión de los analistas de BBVA.

Los flujos registran incrementos dramáticos de los envíos en diciembre y noviembre del 2016 y los dos primeros meses del 2017. Si se sostiene este ritmo, se espera que en el 2017 el monto de las remesas supere a las del año anterior.

El 97% de los migrantes mexicanos está en Estados Unidos y de ahí proviene 97% de las remesas, en datos del Centro de Estudios Monetarios de Latinoamérica.

Los estados de Michoacán, Jalisco y Guanajuato concentran 43.1% de las remesas, y tuvo un crecimiento de 10.7%, que es mayor al promedio nacional; en recepción, siguen el Estado de México, Puebla y la Ciudad de México, en cifras del BM.

Las distintas fuentes que trabajan el tema de la migración señalan que la casi totalidad de los migrantes tenía trabajo cuando dejaron el país, pero quería un salario más alto, mayor poder adquisitivo y mejor nivel de vida.

En el caso de que el presidente Trump gravara de alguna manera las remesas, cosa que no es fácil, los migrantes encontrarían nuevos caminos para hacer llegar sus envíos de la manera que menos les perjudique, señalan especialistas de la banca.

Lo que en el mediano plazo podría modificar el envío de las remesas, no hay cálculos sobre este fenómeno, sería una deportación masiva de mexicanos sin papeles en Estados Unidos. No hay que olvidar que el presidente Obama deportó 2.8 millones de mexicanos sin papeles y las remesas crecieron.

Twitter: @RubenAguila