Antier se cumplió en los Estados Unidos un ritual que lleva nada más 227 años de estarse celebrando. Con dicho evento, nuestro vecino del norte confirma que es un país en donde las tradiciones cuentan y cuentan mucho desde que en 1790 George Washington, el primer presidente de los Estados Unidos ofreció también el primer discurso del estado de la Unión ante el Congreso norteamericano.
Fue ese primer mensaje un discurso realmente corto, el más corto de la historia, apenas 6 minutos y 833 palabras. El discurso del estado de la Unión es como el (ya no) informe de gobierno de México ante el Congreso de la Unión, un ritual también, ‘el día del presidente’, en donde éste informaba del estado que en general guardaba la administración pública del país y anunciaba cosas espectaculares como aumento al salario mínimo, aumento a las percepciones y prestaciones de los maestros del sistema educativo nacional e, incluso, expropiaciones bancarias como sucedió en el último informe de José López Portillo en 1982.
Pero volviendo al discurso del estado de la Union presentado por Donald Trump el pasado 28 de febrero, en esta ocasión había más morbo que otra cosa por escuchar la serie de barbaridades y ocurrencias que era previsible diera un presidente como Trump que, contra todos los pronósticos, está sentado en lo más alto de la cima del poder en los Estados Unidos. Antes tengo que decir que me considero un admirador de ese país, digamos de la parte más inteligente y luminosa de nuestro vecino, de su parte creativa, de su inventiva, de su gran capacidad científica, tecnológica, cultural y en el campo de las tecnologías de la información, en donde sin duda son líderes mundiales.
Nadie hace cine y música como la hacen en los Estados Unidos, y en ninguna otra parte del mundo tienen un sistema educativo tan avanzado, en donde el deporte de las preparatorias (High School) es el gran semillero que soporta al basquetbol, al football americano, al béisbol, entre otros deportes y, en general al deporte olímpico, que tantas glorias ha representado para el país. No estoy decretando nada, pero el estatus, el poder que tiene Estados Unidos en el mundo es algo que no se puede negar, sus avances marcan el paso en el mundo inclusive hasta en las redes sociales.
Pero otra cosa es Trump y esa parte de la población del medio rural y de trabajadores de la industria, poco estudiado, culturalmente muy limitado, que ha creído en su discurso en sus afanes de recuperar la grandes perdida de América –como le llama él-, xenófobo, racista, homófobo, bélico, beligerante, en donde nuestro país ha sido objeto y centro de sus muchos ataques, pues a pesar de todo ello había que estar atento a su discurso ante el Congreso, sobre todo tratándose de un tipo como él tan limitado en su discurso, en el mensaje, de poca elocuencia.
Primero quiero decir, para los que nos gustan estas cosas de la ritualidad del poder, este evento impacta desde que el Sargento de armas del Congreso anuncia a la concurrencia reunida en el Capitolio, de la llegada del presidente de los Estados Unidos, un rito, volvemos a los rituales, que igual, se hace exactamente igual que hace más doscientos años. Finalmente, sin autoengaños, se vio un Donald Trump un tanto diferente, más moderado en sus posiciones, alardeando sí, con mentiras –es un mentiroso recurrente- también, pero que se constriñó al discurso que le escribieron sus asesores y al Telepronter., no improvisó.
Reiteró su intención de construir una gran muralla en su frontera sur, de donde, según él, llegan algunos de los más grandes males que padecen en ese país, igual reiteró su intención de revisar el desventajoso TLCAN y antes que todo el mundo están los Estados Unidos, cosa que fue muy aplaudida. Total, que se cuide todo el mundo, va a cobrar asistencia militar, la defensa de otros países y bloques, y ofreció acabar con el estado islámico, y con la calamidad y desastre que heredó de Obama del sistema de salud conocido por Obamacare.
Para concluir, si antes pensaba que Trump no iba a tardar y que iba a ser destituido por la vía del impeachment, pero después de verlo antier con ese poder de seducción que tienen algunas serpientes, ya lo estoy dudando y cero que no lo vamos a chutar cuando menos cuatro años.
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@marcogonzalezga