Históricamente los gobiernos emanados del PRI han trabajado por el desarrollo de nuestro país, caracterizándose por su alto sentido social, sin embargo, en la actualidad los triunfos del partido dependerán cada vez más, en la medida que sus gobiernos derroten el rezago y el hartazgo social.

La tarea de los priistas es velar porque nuestro partido no se extravíe de abanderar las causas sociales, por las que precisamente surgió el PRI hace 88 años.

El PRI nació para dar respuesta al clamor social y hacer tangibles los ideales de la Revolución Mexicana.

Los sistemas de educación, de salud pública, de seguridad social, el desarrollo industrial y la apertura comercial se dieron gracias a la visión y trabajo de gobiernos emanados del PRI.

En este México contemporáneo, fue un gobierno del PRI, el que impulsó las grandes reformas que el país requería y que los gobiernos del PAN fueron incapaces de promover.

En nuestro estado, Veracruz, los gobiernos priistas, en su mayoría, trabajaron arduamente por llevar desarrollo a los municipios, por abatir el rezago social y explotar nuestras potencialidades en el campo y pesca.

Como militante, veo un partido fuerte, con desafíos mayores: debemos llevar mayor bienestar en los 15 estados donde gobierna el partido y acelerar el ritmo para seguir moviendo a México.

En Veracruz, el PRI tiene mucho que dar. En el marco del proceso interno para la selección de candidatos a presidentes municipales, se registraron compañeros con talento, preparación, experiencia y valores éticos.

Mis compañeros de partido merecen respeto a su militancia y el apoyo irreductible de las dirigencias estatal y nacional para ser candidatos competitivos y, sobre todo, del respaldo solidario de la militancia.

Por ello, alce la voz e hice público mi desacuerdo con el trato que el presidente del Comité Ejecutivo Nacional, Enrique Ochoa Reza tiene para la militancia veracruzana.

Decía Luis Donaldo Colosio que “un dirigente político tiene la obligación de ser un hombre singularmente informado, conocer las opciones que existan para cada cuestión y tener los elementos suficientes para elaborar juicios y formular estrategias, pero ni toda la sabiduría acumulada legitima a un dirigente como el diálogo con sus representados y el acatamiento de sus instrucciones.»

Mi disconformidad, no es en los hechos una ruptura, ni deslealtad. Alzo la voz, con la plena libertad y ejercicio de mis derechos por los precisamente ha velado el Partido Revolucionario Institucional.

Sin temor a equivocarme, los triunfos que el partido obtenga en Veracruz serán mérito exclusivo de nuestra militancia y de la dirigencia estatal.

Si bien la delegada del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Lorena Martínez, ha mostrado total disposición y diálogo, el retraso de más de seis meses en su designación, le impide conocer a detalle a todos los grupos internos, sus fortalezas y los intereses creados, así como la de todos los aspirantes.

Tanto la delegada nacional como el presidente estatal del PRI, Renato Alarcón, debemos reconocer han puesto su talento y todo su empeño para sacar adelante el proceso interno de selección de candidatos.

Aprovecho este espacio para reiterar mi reconocimiento también al ex presidente del Comité Directivo Estatal, Amadeo Flores Espinosa, quien en aras de fortalecer al partido, señaló de manera oportuna y pública lo que el PRI veracruzano necesita para encauzar su rumbo y recuperar la confianza y aceptación ciudadana.

En el PRI de Veracruz nos congratulamos por tener una militancia dispuesta a dar la batalla electoral, la daremos quienes realmente queremos un mejor estado y quienes conocemos de gratitud y lealtad partidista, sabedores que tenemos la oportunidad de salir avantes, al sanear al partido con buenos candidatos que harán, sin duda, mejores gobiernos.

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