El presidente Donald Trump, en su primer mes de gobierno, expulsó a 17,926 mexicanos, cantidad menor a la del presidente Barack Obama en ese mismo tiempo. Este último en sus ocho años de gobierno deportó a 2.8 millones de mexicanos, un promedio de 350,000 al año. La prensa, el gobierno y la sociedad mexicana nunca reaccionaron como lo hacen ahora con Trump. ¿Por qué?
Obama hizo su trabajo de manera discreta, a pesar de la dimensión de los deportados, y nunca en el marco de un discurso xenófobo o racista. Tampoco hizo gala de acciones aparatosas ni sensacionalistas, para que fueran registradas por los medios e intencionalmente provocara la reacción de los que están a favor o en contra.
El discurso agresivo, prepotente y racista de Trump provoca la reacción de los migrantes, la sociedad y el gobierno. Es el estilo de discurso, la forma de decir las cosas, más que la deportación lo que dispara el enojo y el rechazo. Trump, un populista provocador, articula ese discurso de manera intencional. Quiere provocar la reacción que obtiene.
¿Por qué? La respuesta tentativa tiene muchas aristas: actúa así de cara a sus electores que todo le celebran; el discurso es más económico y poderoso que la acción misma; en su egolatría enfermiza goza de provocar a los otros; marca la agenda y obliga a los otros a reaccionar; gana presencia y se consolida políticamente.
Trump a lo largo de la campaña y lo que lleva en la presidencia dio muestras, una y otra vez, que para él es más importante el hecho mediático, el escándalo, que el tema o el problema que pretende resolver. Asumo que va en serio su política de deportación masiva de migrantes sin papeles que afecta de manera particular a nuestros compatriotas.
En ese horizonte el gobierno mexicano está obligado a actuar dentro de Estados Unidos, a través de nuestro sistema consular, para proteger y apoyar a los compatriotas de cualquier abuso de parte de las autoridades estadounidenses. En el país debe generar condiciones internas, para dar una buena acogida a los deportados.
De la misma manera el conjunto de la sociedad mexicana debe mantenerse atento, para reaccionar ante los abusos que puedan cometer las autoridades del vecino del norte en contra de nuestros connacionales y rechazar el discurso xenófobo y racista del presidente Trump. En ningún momento hay que bajar la guardia.
Con la cabeza fría también hay que mantenerse informado de la aplicación de la política migratoria del gobierno de Trump. De los 11 millones de migrantes sin papeles que hay en Estados Unidos, la mitad son mexicanos. Eso implica que sean deportados 5.5 millones. ¿Pasará del discurso a los hechos? ¿Deportará más migrantes que el presidente Obama? ¿En cuánto tiempo lo hará? Hay que dar seguimiento a los hechos más que a los discursos.
Twitter: @RubenAguilar