Vivimos un mundo de apariencias, desde lo inmensamente grande hasta lo infinitamente pequeño, arriba, abajo, el macro y el micro. Todo es una apariencia, lo «real» es ilusorio y lo «ilusorio» real. El Cosmos, ese ajeno desconocido guarda sus enseñanzas secretas de los mediocres y los malvados, pero es un libro abierto para los sabios de espíritu y de corazón. Sólo los Ancianos de Sabiduría conocían lo fugaz de la materia y la permanencia de la esencia. El Cosmos era Orden para ellos; el universo lo múltiple de la diversidad. El Cosmos era vida y movimiento y no materia inerte y condensada. Actualmente la ciencia ha investigado, a través de su método experimental y limitado, que el Cosmos está constituido por un infinito número de soles, los cuales a su vez forman parte de un infinito número de galaxias, las cuales a su vez forman parte de un infinito número de universos, pero lo que no se ha atrevido a afirmar es que el Cosmos es vida; o tenga conciencia e inteligencia, porque se caería en el absurdo y sería el hazmerreír de los ignorantes y escépticos, y desgraciadamente constituyen la mayoría.
En un futuro no muy lejano, todo cambiará, cuando hayamos trascendido las limitaciones del momento, los gobernantes serán intuitivos y adogmáticos, comprensivos y antisectarios. En este mismo milenio los espíritus de Carrel, Einstein, Schweitzer, Baz de Melo y de la Ferriere cubrirán con su halo de esplendor a los dirigentes de la nueva humanidad; de la nueva era, con su grandeza divina y sin igual. La Virtud y la Moral Universal no serán ideas abstractas, o palabras absurdas y sin sentido como ocurre en la actualidad. Al contrario el cinismo como conducta dejará de practicarse; la deshonestidad y la perfidia desaparecerán de la actividad pública y social. Lo que ahora es una norma se convertirá en un absurdo, lo que ahora es un absurdo se convertirá en norma. La pirámide ahora invertida volverá a su postura original; las «cosas» del cielo y la tierra se unirán. El Gobernante del futuro aprenderá a rezar. Lo divino tendrá preeminencia sobre lo material. Lo que ahora es una vergüenza mañana será un acierto, lo que ahora es un acierto mañana será una vergüenza. Cada cosa ocupará el lugar que le corresponde; los instintos, las emociones, el intelecto y la intuición serán ampliamente conocidos; y el gobernante tendrá mayor responsabilidad en la comprensión de su estructura interna y espiritual. La Fe estará sobre la razón porque » la fe y no la razón, es la que lleva al hombre a la acción. No es la inteligencia la que dará fuerza para vivir según el orden de las cosas. La inteligencia se contenta con iluminar el camino. Nunca nos impulsa hacia adelante. Los puros intelectuales se comportan en la vida como los paralíticos que asisten a una carrera. Ven claramente la meta, pero permanecen incapaces de lanzarse a la pista. Hacer juegos malabares con la palabra es un pasatiempo estéril. El amor a las abstracciones engendra la impotencia.»

Dios mismo dejará de ser una abstracción para convertirse en algo real y concreto, el vendaje caerá y los nuevos conductores con amor divino, con verdadero amor, alumbrarán el camino de los gobernados y estos en inmediata reciprocidad amarán y seguirán a sus gobernantes. Las diferencias entre unos y otros desaparecerán. la pose de gran señor que los líderes actuales adoptan, serán sustituidas por la modestia y la sencillez. Los gobernantes serán hombres entre los hombres, pero con un gran poder espiritual. El talento y la virtud serán prendas maravillosamente humanas conjugadas en un connubio celestial. Ya no más rastrerismo; ya no más humillación. La dignidad fortalecerá al hombre y el gobernante será el más digno de todos los hombres. La capacidad de indignación que ahora ha sido perdida junto con la vergüenza, mañana será recuperada por toda la humanidad, para después perderse y olvidarse en un remanso de paz y de bondad; ¡las afrentas no se darán jamás!, » tiene razón Michael Gold: algún día, de la melancolía y el dolor de millones de hombres, mujeres y niños agobiados surgirá un formidable movimiento mundial que alejará la pobreza y las tremendas desigualdades económicas. Y el gran día está llegando, se aproxima ya, y con él la gran Revolución Social de las masas iniciada en esta alborada de un nuevo ciclo solar.

No es el petróleo el que está incendiando al mundo, es el enorme egoísmo de los hombres el que lo destruye y carboniza.

En estos días trágicos que estamos viviendo llegan hasta nosotros los acentos profundos, metálicos y varoniles de aquella gran voz rebelde que se filtra entre las masas explotadas de los hombres del camino en Galilea: ¿ves estos grandes edificios? no quedara piedra sobre piedra que no sea derribada».

“Las colosales ciudades europeas y asiáticas, como Londres, Berlín y Tokio, ya actualmente se contemplan y admiran como ruinas de una época pasada en la historia humana. Y muchos de los grandes memorables monumentos de esta civilización la Torre Eiffel, la Abadía de Westminster, la Catedral de San Pablo, las iglesias de la Colonia, de Reims y Nottre Dame en París, hoy se admiran como lo son los restos de las ruinas del Coliseo de Vespasiano, las ruinas de Herculano y Pompeya o los restos envejecidos de las construcciones antiguas de la Grecia Inmortal del Arte y de los Dioses. Y las aguas del Támesis, del Tiber, del Sena, del Rin y del Danubio continuarán corriendo más allá de los siglos, anunciando con su ritmo que en sus orillas florecieron otros formidables monumentos de grandezas materiales que desaparecieron por falta de cultura espiritual. Y así se cumplirá la eterna sentencia del Maestro: «¿Ved estos grandes edificios? no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada”.

Es el derrumbe que señalará el tenebroso apogeo de una civilización capitalista.
¡Es el derrumbe que anuncia el final de un ciclo cósmico más y la iniciación de una nueva era, de un Nuevo Día! «.