Me parece que debería ser la principal virtud de todo buen gobernante. A final de cuentas la política y saber hacer política son las herramientas del político -¡Ah, siempre queda el recurso de la tautología cuando quiere encubrirse una perogrullada!-, y la anterior reflexión viene al caso cuando se observa el estilo de hacer política del alcalde de Xalapa.

Ya sé que habrá quienes en las circunstancias actuales lo que quieren ver en la escena política es sangre –mole le decíamos en la primaria-. Enfrentamientos, diferendos, disputas, rechiflas, recordatorios familiares entre adversarios políticos, discusión pública, etcétera, y es que en el nunca mejor dicho ring de la política, muchos de los que están –estamos- de observadores en el ringside del escenario político, lo que quieren –queremos- ver son cabezazos, golpes bajos, piquetes de ojo, arañazos y jalones de pelos, pero no necesariamente tiene que ser así, Américo Zúñiga Martínez está demostrando que enfrentar al adversario político con la mano izquierda por delante se puede convertir en una fortaleza de la cual los que principalmente se beneficiaran serán los habitantes de la capital.

Me satisface ese estilo, de esgrima pura, en donde mientras alguien lleva el conteo de los días transcurridos para equiparar el mismo periodo con otro inmediato anterior, por otro lado se ocupan de dar recetas en materia de finanzas públicas, cual oxímoron: “Sí, está bien la restructuración de la deuda, pero no es suficiente, hace falta poner mayor énfasis en los ahorros y en las economías y ser más eficientes en el ejercicio del gasto público…”. Yo creo que no está bien ni lo uno ni lo otro, con todo respeto, en las circunstancias actuales del estado me parece que hay que sumar en vez de restar. El estado al cambio de gobierno quedó materialmente colgado de alfileres, cualquier movimiento en falso y esto se cae irremediablemente… y nos caemos todos.

Y eso lo ha entendido Américo y de paso también el presidente municipal de Coatzacoalcos –supongo que también sus pares panistas y perredistas, y, al final, otros priistas también-, y por eso urgieron a los diputados al Congreso del Estado a que dieran luz verde a la restructuración de la deuda. Me parece que Américo ya entendió que hasta para pelear con el contrincante hay que hacerlo de manera limpia y con lealtad. Por lo visto es mucho pedir que en Morena entiendan de esas cosas de civilidad política, con su negativa a aprobar la restructura de la pesada deuda que cargamos todos los veracruzanos, lo único que hicieron fue acercarnos más al precipicio, fue como dispararse al único pie que todavía medio nos sostiene. Eso se llama mezquindad aquí y en Roma.

La capital requiere del concurso de todos para recuperar mucho del terreno que ha perdido en los últimos años en lo que hace a viabilidad y desarrollo. El esfuerzo que está haciendo Américo es notable y para concluir su cuatrienio de manera aún más afortunada de lo que lo está haciendo sabe que debe trabajar con el Gobernador. Distanciarse de él hubiera sido un craso error, yo diría que imperdonable. La experiencia que vivió por ejemplo Marcelo Ebrard con Calderón en la ciudad de México, nada bueno trajo para los habitantes del que hasta ese entonces todavía se llamaba Distrito Federal. Al final lo tuvo que invitar casi casi a la de a webo a inaugurar la fallida línea 12 del Metro –el gobierno federal le puso un billete importante- que, lo que son las cosas, a la postre significó la tumba política de Ebrard por tanto desaseo en su proceso de construcción y en el manejo presupuestal.

La ciudad de Xalapa debe ser un lugar entrañable para el gobernador Yunes. Aquí estudió la carrera de Leyes y aquí ha vivido buena parte de su vida tanto familiar como política. En lo que resta de este año pronto se tendrá que ver la mano del Gobierno del Estado que él encabeza en obras concretas para Xalapa y en apoyo a la administración de Américo.

El momento que vive Veracruz requiere de suma de esfuerzos y no de restas.

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@marcogonzalezga