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EFE

En su afán por cumplir su promesa de deshacer el ambicioso plan del Gobierno anterior para combatir el calentamiento global, el Presidente Donald Trump firmó este martes una orden ejecutiva con la que quiere empezar a desmantelar las políticas medioambientales y el legado contra el cambio climático de su predecesor en la Casa Blanca, Barack Obama.

Una pieza clave del decreto de Trump, firmado en la sede de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA, por su sigla en inglés) en Washington, es que elimina el requisito de que las agencias del Gobierno federal consideren el impacto para el cambio climático en su toma de decisiones.

 

Trump iniciará una reevaluación del Plan de Energía Limpia, que limita las emisiones de gases invernadero en las plantas eléctricas que se alimentan del carbón. La norma, medida principal tomada por el Presidente anterior, Barack Obama, para limitar las emisiones de gases, ha sido víctima de numerosos litigios en estados gobernados por republicanos.

Trump, quien en otras ocasiones ha calificado al calentamiento global como “un fraude” inventado por los chinos, ha criticado las normas climáticas como perjudiciales para los trabajadores estadounidenses y para la industria del carbón.

El texto de la orden ejecutiva fue compartido con reporteros en una tensa reunión con una fuente oficial que insistió en permanecer en el anonimato a pesar de que el mismo Trump se queja de que los medios usan fuentes anónimas.

El funcionario en cierto momento pareció negar los conocimientos comunes sobre la ciencia climática, rechazando inquietudes ampliamente conocidas sobre los efectos económicos nocivos del cambio climático, como el alza del nivel del mar y los violentos fenómenos atmosféricos.

Además de revocar el Plan de Energía Limpia, el gobierno levantará una moratoria de 14 meses sobre el alquiler de tierras federales para la industria del carbón.

El Gobierno de Obama, en enero del 2016, había dictado una suspensión de tres años sobre el alquiler de tierras para la producción del carbón, con el argumento de que el programa, de mil millones de dólares al año, debía modernizarse a fin de asegurar que los contribuyentes estén recibiendo los beneficios y de que se estén aliviando los efectos del cambio climático.

Trump acusó a su predecesor de librar “una guerra contra el carbón” y en su discurso ante el Congreso se jactó de realizar “un esfuerzo histórico para reducir masivamente estas regulaciones que eliminan empleos” inclusive las que amenazan “el futuro y el sustento de nuestros grandes mineros del carbón”.