Ahora, en estos tiempos apocalípticos, en donde suceden tantas desgracias causadas por pandemias y fenómenos naturales en nuestro planeta, y en el cual la economía mundial ha colapsado por culpa de los ricos produciendo millones de nuevos pobres; ahora donde todo parece desquiciarse en nuestro país porque hemos perdido el rumbo y además porque unos cuantos miles de psicópatas tienen aterrorizado y dominado a millones de habitantes del territorio nacional, ahora es cuando debemos de estar más conscientes de las causas de esta desproporción y que podemos hacer para ayudar a neutralizar tanto daño a las generaciones presentes y futuras, y aunque lo consideremos imposible, la solución está en nuestras manos, sin odios, guerras ni balas, si nos atrevemos a poner nuestro granito de arena para resolver los problemas que de alguna u otra manera nosotros también hemos contribuido a crear, por esto quiero compartir una historia que confirma esa frase de que la realidad siempre supera a la fantasía.
El Dr. Joe Vitale, gran escritor con superventas, humanista, filántropo, maestro e inspirador de miles de personas y protagonista indiscutible de la película El Secreto, comenta que escuchó hablar de un terapeuta en Hawai quien curó un pabellón completo de pacientes criminales insanos (locos) sin siquiera ver a ninguno de ellos. El psicólogo estudiaba la ficha del recluso y luego miraba dentro de sí mismo para ver cómo él había creado la enfermedad de esa persona. En la medida en que el mejoraba, el paciente se mejoraba. La primera vez que Joe escuchó hablar de esta historia, pensó que era una leyenda urbana. ¿Cómo podía cualquiera curar a otro con solo curarse a sí mismo? ¿Cómo podía aunque fuera el maestro de mayor poder de auto curación curar a alguien criminalmente insano? No tenía ningún sentido, no era lógico, de modo que descartó esta historia. Sin embargo, la escuchó nuevamente un año después. Escuchó que el terapeuta había usado un proceso de sanación Hawaiano llamado “oponopono”. Nunca había oído hablar de ello, sin embargo no podía sacarlo de su mente. Si la historia era totalmente cierta, tenía que saber más. Siempre había entendido que “total responsabilidad” significaba ser responsable de lo que se piensa y se hace.
Joe Vitale pensaba que lo que está más allá, estaba fuera de sus manos. Creía que la mayor parte de la gente pensaba igual sobre la responsabilidad. Somos responsables de lo que hacemos, no de lo que los otros hacen – pero eso está equivocado. El terapeuta Hawaiano que sanó a esas personas mentalmente enfermas le enseñaría una nueva perspectiva avanzada sobre lo que es la total responsabilidad. Su nombre es Dr. Ihaleakala Hew Len. Probablemente haya pasado una hora hablando en su primera conversación telefónica. Le pidió que le contara la historia total de su trabajo como terapeuta. Él explicó que había trabajado en el Hospital Estatal de Hawai durante cuatro años. El pabellón donde encerraban a los locos criminales era peligroso. Por regla general los psicólogos renunciaban al mes de trabajar allí. La mayor parte de los miembros del personal allí caían enfermos o simplemente renunciaban. La gente que atravesaba ese pabellón simplemente caminaba con sus espaldas contra la pared, temerosos de ser atacados por sus pacientes.
No era un lugar placentero para vivir, ni para trabajar ni para visitar. El Dr. Len le dijo que él nunca vio a los pacientes. Firmó un acuerdo de tener una oficina y revisar sus legajos. Mientras miraba esos legajos, él trabajaría sobre sí mismo. Mientras lo hacía, los pacientes comenzaban a curarse. “Luego de unos pocos meses, a los pacientes que debían estar encadenados se les permitía caminar libremente” le dijo. “Otros que tenían que estar fuertemente medicados, comenzaban a mermar su medicación. Y aquellos que no tenían jamás, ninguna posibilidad de ser liberados, fueron dados de alta”. Joe estaba asombrado. “No solamente eso” continuó el Dr. Len, “sino que el personal comenzó a gozar yendo a trabajar.” El ausentismo y los cambios de personal desaparecieron. Terminamos con más personal del que necesitábamos porque los pacientes eran liberados y todo el personal venía a trabajar. Hoy ese pabellón está cerrado. “Aquí es donde Joe tuvo que hacer la pregunta del millón de dólares: “¿Qué estuvo haciendo usted con usted mismo que ocasionó que esas personas cambiaran?” “Yo simplemente estaba sanando la parte de mí que los había creado a ellos”, dijo él. Yo no entendí.
El Dr. Len explicó a Joe que entendía que la total responsabilidad de tu vida implica a todo lo que está en tu vida, simplemente porque está en tu vida, y por ello es tu responsabilidad. En un sentido literal, todo el mundo es tu creación. ¡Uau! esto es duro de tragar exclamó Joe. Ser responsable por lo que yo hago o digo es una cosa. Ser responsable por lo que cualquiera que esté en mi vida, hace o dice es otra muy distinta. Sin embargo la verdad es esta: si asumes completa responsabilidad por tu vida, entonces todo lo que ves, escuchas, saboreas, tocas o experimentas, de cualquier forma es tu responsabilidad porque está en tu vida. Esto significa que la actividad terrorista, el presidente, la economía o cualquier cosa que experimentas y no te gusta, está allí para que tú la sanes. Ello no existe, por decirlo así, excepto como proyecciones que salen de tu interior.
El problema no está con ellos, está en ti, y para cambiarlo, debes cambiar tú. Esto es difícil de captar, mucho menos de aceptar o de vivirlo realmente. Achacar a otro la culpa es mucho más fácil que asumir la total responsabilidad, pero mientras Joe hablaba con el Dr. Len, comenzó a comprender esa sanación tan particular de que el Ho’Oponopono significa amarte a ti mismo. Si deseas mejorar tu vida, debes sanar tu vida. Si deseas curar a cualquiera, aún a un criminal mentalmente enfermo, lo haces curándote tú mismo. Joe le preguntó al Dr. Len cómo se curaba a sí mismo. Qué era lo que él hacía exactamente cuándo miraba los legajos de esos pacientes.” Yo simplemente permanecía diciendo ‘Lo siento’ y ‘Te amo’, una y otra vez” explicó él: “Lo siento… Te amo ““¿Sólo eso? “Sólo eso. “Resulta que amarte a ti mismo es la mejor forma de mejorarte a ti mismo, y mientras tú te mejoras a ti mismo, mejoras tu mundo” Joe da un rápido ejemplo de como funciona esto: un día, alguien le envía un e-mail que le desequilibra”. En el pasado lo hubiera manejado trabajando sobre sus aspectos emocionales tórridos o tratando de razonar con la persona que envió ese mensaje detestable. Esta vez decidió probar el método del Dr. Len. Se puso a pronunciar silenciosamente “lo siento” y “te amo”. No lo decía a nadie en particular. Simplemente estaba invocando el espíritu del amor para sanar, dentro de él lo que estaba creando la circunstancia externa. En el término de una hora recibió un email de la misma persona. Se disculpaba por su mensaje previo. Joe explica: ten en cuenta que yo no realicé ninguna acción externa para lograr esa disculpa. Yo ni siquiera contesté su mensaje. Sin embargo, sólo diciendo “te amo”, de algún modo sané dentro de mí lo que estaba creando en él. Más tarde asistió a un taller de Ho’Oponopono dirigido por el Dr. Len. Él tiene ahora 70 años de edad, es considerado un chamán abuelo y es algo solitario. Alabó su libro “El Factor Atractivo”. Le dijo que mientras él se mejoró a sí mismo, la vibración de su libro aumentó y todos lo sentirán cuando lo lean.
En resumen, a medida que el mejorara, sus lectores mejorarán. “¿Y qué pasará con los libros que ya he vendido y han salido de mí?” preguntó.” Ellos no han salido” explicó él, una vez más soplando su mente con su sabiduría mística. “Ellos aún están dentro de ti”. En resumen, no hay afuera. Joe considera que llevaría un libro entero explicar esta técnica avanzada con la profundidad que ella merece.” Basta decir que cuando quieras que desees mejorar cualquier cosa en tu vida, hay solo un lugar adonde buscar: dentro de ti. Cuando mires, hazlo con amor”.