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En sólo 10 semanas, Donald Trump ha gastado en viajes, con cargo a los contribuyentes de Estados Unidos, lo que Barack Obama usó en dos años, reveló el diario The Independent.

Los viajes de Donald Trump a su complejo de lujo de la Florida ya han costado a los contribuyentes de Estados Unidos al menos 24 millones dólares, señaló el rotativo inglés.

Trump ha pasado siete fines de semana en Mar-a-Lago, Florida, desde que asumió el cargo hace diez semanas y se estima que cada uno de estos viajes cuesta al menos 3 millones, pues implica una seguridad más detallada para el Presidente.

 

Barack Obama gastó durante los ocho años de su presidencia 97 millones de dólares, un promedio de 12.1 millones de billetes verdes al año, apuntó el texto firmado por Niamh McIntyre.

Los gastos de viaje y la seguridad para toda la familia Trump es probablemente mucho mayor, ya que la primera dama Melania y Barron y Barron Trump, el hijo menor, vivirán en Nueva York al menos hasta septiembre.

The Independent señaló que el Departamento de Policía de Nueva York ha confirmado que cuesta entre 127 mil y 146 mil dólares al día “para proteger a la primera dama y su hijo”.

“Si sigue yendo a este ritmo, habrá superado la cifra de Obama en sólo diez meses”, apuntó medio.

Desde ayer, Trump celebra una reunión en el club Mar-a-Lago con el Presidente de China, Xi Jinping. 

Las visitas de dignatarios a las residencias de los presidentes no son nada nuevo. Empezaron poco antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando Franklin D. Roosvelt empezó a invitar a personalidades a su casa de Hyde Park, al norte de la ciudad de Nueva York, según el portal del Departamento de Estado. Más recientemente, George H. W. Bush llevó a dignatarios a la casa de su familia en Kennebunkport, Maine, mientras que su hijo George W. Bush recibió dignatarios en su rancho de Crawford, Texas. Barack Obama agasajó a Xi en Sunnylands, una propiedad en el desierto de California que supo ser de los finados filántropos Walter y Leonore Annenberg.

Los críticos han señalado que si el Presidente interrumpe estas visitas, se podrían financiar los programas de seguridad social y las artes que planea acotar: “La administración Trump está tratando de hacer recortes por 597 millones de dólares a los departamentos gubernamentales – un poco menos de los acuerdos de seguridad por 600 millones de las visitas Mar-a-Lago del señor Trump que se calcula costarán al contribuyente en el transcurso de su mandato”, apuntó The Independent.

A fin del mes pasado, The Washington Post dio a conocer que el mandatario, solicitó 60 millones de dólares más de presupuesto para continuar con el estilo de vida al que él y su familia están acostumbrados.

De acuerdo con el rotativo, quien afirmó que accedió a documentos internos del Servicio Secreto estadounidense, éste realizó una petición de fondos adicionales a finales del mes de febrero, de los cuales 26.8 millones serían destinados a fortalecer la seguridad del penthouse que aún habitan la Primera Dama, Melania Trump y su hijo, en la Torre Trump, ubicada en Manhattan.

TRUMP HACE NEGOCIO CON SU CASA Y OTRAS PROPIEDADES

Mar-a-Lago es más que una simple casa donde Trump pasa sus vacaciones. Es parte de su emporio de bienes raíces y produce dividendos. Por eso lo de “Casa Blanca de Invierno” es algo más que una frase simpática: es algo bueno para el negocio.

Rompiendo con todos los precedentes, Trump retuvo la propiedad de sus negocios cuando asumió la Presidencia, lo que quiere decir que gana dinero si a sus propiedades les va bien. Después de su elección, la tarifa para ser admitido en Mar-a-Lago se duplicó y cuesta hoy 200 mil dólares. Y la frase “Casa Blanca de Invierno” está siendo usada en materiales publicitarios. Cuando Trump está allí, las reservas de los hoteles y los restaurantes se llenan pronto.

La Trump Organization, que maneja los negocios de la familia Trump, se comprometió a no explotar ningún aspecto de la Presidencia, pero quienes se alojan en sus propiedades lo hacen. Cuando Distressed Investing Summit organizó una conferencia en Palm Beach el mes pasado, destacó en sus folletos que la ceremonia inaugural tendría lugar “en el famoso club Mar-a-Lago, uno de los sitios privados más cotizados del mundo y la nueva Casa Blanca de Invierno”.

A Trump no le tiembla el pulso a la hora de mencionar su propiedad de la Florida. Poco después de asumir, tuiteó una foto suya con la frase: “Escribiendo mi discurso inaugural en la Casa Blanca de Invierno, Mar-a-Lago, hace tres semanas”.

Si bien el Presidente y el Vicepresidente está exentos de las restricciones a actividades publicitarias que tienen otros empleados del gobierno, se acepta que todos los funcionarios públicos deben evitar usar sus cargos para obtener ganancias personales, comentó Kathleen Clark, abogada especializada en cuestiones éticas y profesora de leyes de la Washington University de San Luis.

“Los viajes del Presidente a Mar-a-Lago y a otras propiedades suyas, sobre todo con líderes que generan noticias, implican que, de hecho, está usando la presidencia para promover sus negocios”, dijo Clark. “Es un comerciante astuto y usa la presidencia como si fuese parte de su celebridad personal, que no está acompañada de obligaciones morales ni legales”.

La lujosa propiedad de Trump. Foto: AP

Desde que asumió el 20 de enero, por otro lado, Trump ha ido 17 veces a alguno de tres campos de golf de su propiedad, dos en la Florida y uno en Virginia, y cenó dos veces en su nuevo hotel de Washington, en la Avenida Pennsylvania, a corta distancia de la Casa Blanca.

Un hijo de Trump, Eric, dice que su padre forja sólidas relaciones en su propiedad de la Florida.

“Así se hacen los negocios”, afirmó. “Mar-a-Lago es un sitio impresionante; tiene sentido ir allí. Está trabajando. Así funciona él”.

La gente de la zona dice que la presencia de Trump atrae turistas.

Pero otros cuestionan todos los cortes de carreteras y las congestiones de tráfico, además del alto costo que conlleva vigilar la propiedad.

“Si se tratase de Barack Obama”, sostuvo el abogado Tim Morell, “los partidarios de Trump estarían furiosos”.

Curiosamente, el uso que le está dando Trump a la propiedad es exactamente lo que querían sus dueños originales.

Los magnates E.F. Hutton y Marjorie Merriweather Post compraron la propiedad en la década de 1920 y esperaban que futuros presidentes y dignatarios la usasen como retiro de invierno. Tras la muerte de ella, Mar-a-Lago fue donada al gobierno, pero los presidentes desistieron de usarla. El sitio quedó abandonado fue devuelto a sus herederos.

Trump lo compró en 10 millones en 1985 y lo convirtió en un club de 500 miembros, con una casa privada para sus vacaciones.

Trump no ha expresado interés alguno por ahora en Camp David, la casa de montaña de Maryland usada por los presidentes, a 100 kilómetros de Washington, en la que los contribuyentes pagarían mucho menos.