La divina Barbra

Si una artista –actriz, cantante, compositora, productora, directora- se merece el calificativo de divina, esa es la ¡enorme! Barbra Streisand (Barbara Joan Streisand), quien el pasado 24 cumplió 75 años de larga y productiva vida. En el mundo del celuloide, ese apelativo ya se lo habían escriturado a Sara Bernhardt, a Ava Gardner, a quien también se conocía como ‘el animal más bello’, apelativo que por cierto hoy, sería imposible de decir por aquello de las correcciones antidiscriminación, y Zsa Zsa Gabor. Las tres en verdad de belleza inigualable, pero, con todo respeto, para este humilde escribano la única y verdaderamente divina es Barbra Streisand.

Barbra, que es dueña de una belleza poco convencional y excepcional a la vez, con una nariz por la que no le prometían los mejores augurios (su madre le aseguró que con esa nariz jamás sería actriz y su padrastro no tenía el menor empacho en llamarla “fea”), es para mi gusto la artista más completa que ha tenido el mundo del espectáculo hasta el momento, por no hablar del cine nada más. Pocas artistas de su talla, tal vez Julie Andrews, Judy Garland, Liza Minelli y aquí en México solo tendría ese estatus Silvia Pinal, pero nada más.

Y es que a la extraordinaria voz de Barbra, habría que sumar una presencia que arrolla, tiene mucha potencia sexual que combina con ternura y que se ven expresadas en dos de sus películas que la encumbraron, sin duda: The Way We Were (‘Los años felices, 1973) y Star is a Born (‘Nace una estrella’, 1976), caray, en esas películas, aun de chavos, todos queríamos ser Robert Redford y Kriss Kristoferson, y también todas las chavas soñaban con ser Barbra.

Pero Barbra, además de su maravillosa voz que embelesa en verdad, también ha puesto por delante tanto en su vida personal como en su carrera de actriz a su origen judío, que ha ostentado y hasta presumido con orgullo, y que le han servido como pretexto para producir filmes como ‘Yentl’ (1983), al que dirigió, escenografió y fue coguionista, sin olvidar por supuesto su faceta como activista política en favor del Partido Demócrata y de sus candidatos, su etapa como actriz de teatro en donde logró éxitos no solo en teatros de Broadway, sino también en Londres.

En fin, Barbra es la actriz y cantante más completa que me ha tocado ver. Ganó un Oscar en 1968 por Funny girl en un excepcional empate con Katharine Hepburn, quien estaba nominada por El león en invierno. Consciente de su belleza poco convencional y un tanto enigmática, lo mismo ha estado en portadas de Vogue, Harper’s Bazaar, Cosmopolitan, Vanity Fair y las que se le ocurran a usted. Barbra ha mandado un mensaje al mundo de que no hace falta ser bella para triunfar, su mensaje es que el talento es belleza. Su gloriosamente alargada y abultada nariz ha redefinido el concepto de belleza, el rostro de Streisand le abrió la puerta a otras actrices de rasgos étnicos nada tradicionales.

Me encanta Barbra, entre mis favoritos de todos los tiempos están sus duetos memorables con Neil Diamond, Kris Kristoferson, Barry Gibb y Donna Summer, y recuerdo casi todas sus películas, desde las comedias con Ryan O’Neal, hasta Los años felices, Nace una estrella, por supuesto, e inclusive las abominables que hizo recientemente llevando de coactores a Dustin Hoffman, Robert DeNiro y Ben Stiller.

Muchos años de vida para la divina Barbra.

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@marcogonzalezga