Huasipungo

Jorge Icaza

Editorial Losada

Buenos Aires, 1980

Pp. 201

En 1934 la obra obtuvo un premio organizado por la Revista Americana de Buenos Aires y es publicada por primera vez en esa ciudad por la Editorial Losada. Desde un principio, la novela tuvo un gran éxito y se tradujo en distintas lenguas. Hoy está en 40 de éstas. El autor, Jorge Icaza (1906-1978) fue un narrador, dramaturgo y diplomático ecuatoriano.

La historia transcurre en el Ecuador de la primera mitad del siglo XX. Los indios de los huasipungos, que son las pequeñas propiedades que los terratenientes daban a éstos como compensación por su trabajo. Éstas con el tiempo les eran arrebatadas por los mismos terratenientes y, cuando aquellos protestaban por el atropello, eran reprimidos e incluso asesinados.

El texto describe el mundo del indio ecuatoriano y la opresión de la que es objeto por la triada del poder que, por lo general, presenta la novela indigenista: el cura del pueblo, el dueño de la hacienda y el representante de la autoridad civil. Los tres constituyen la estructura del poder establecido y se reparten los beneficios que les da su posición.

El relato, es también característica de la novela indigenista, está siempre cercano al naturalismo. Da cuenta, a manera de testimonio, de las miserables condiciones en las que viven los indios ecuatorianos, que se asemejan a las de otros países de América Latina. La inserción en el texto de numerosos términos indígenas le aporta mayor realismo y riqueza a la obra.

Al inicio de la obra, don Alfonso, el terrateniente, actúa como un patrón justo, pero en la media que la historia avanza cambia su actitud. Empieza a maltratar a sus trabajadores y también abusa de sus mujeres. El cura del pueblo se enriquece con la venta de los servicios religiosos y amenaza a sus fieles con el infierno si no hacen lo que dice. La autoridad civil apuntala y legitima la expoltación del terrateniente.

Andrés Chiliquinga, es un indigena que trabaja en la hacienda y vive en carne propia la explotación. Los días pasan y la situación de los trabajadores empeora.

La gota que derrama el vaso llega cuando el terrateniente negocia con empresario de Estados Unidos. Estos, de imprevisto, llegan al pueblo para desalojar a los indígenas de sus viviendas. Éstos hartos de la situación se organizan, para luchar por lo que les pertenece. El poder constituido es más fuerte que ellos y se impone por la vía violenta. La sangre indígena corre, como otras tantas veces.

El lenguaje de los personajes de Icaza utilizan de manera permanente el español y el quichua. Eso da credibilidad y fuerza al texto que es conmovedor y al mismo tiempo violento. El tratamiento del tema provoca que el lector reaccione a la injusticia y tome partido. La obra es una denuncia poderosa al trato que en ese entonces reciben los indígenas del Ecuador que no era muy diferente al de otros países de la región. Ahora, es cierto que la situación de los indígenas ha cambiado, pero siguen presente muchos de los vicios del pasado.