Por Ramón Durón Ruíz (†)
Hay una historia encantadora que cuenta: “Su nombre era Fleming, un agricultor pobre de Inglaterra. Un día, mientras trataba de ganarse la vida para su familia, escuchó a alguien pidiendo ayuda desde un pantano cercano. Inmediatamente soltó sus herramientas y corrió hacia el lugar.
Allí, enterrado hasta la cintura en el lodo negro, estaba un niño aterrorizado, gritando y luchando tratando de liberarse del lodo. El agricultor salvó al niño de lo que pudo ser una muerte segura, lenta y terrible.
Al día siguiente, un carruaje llegó hasta los predios del agricultor. Un noble inglés, elegantemente vestido se bajó del vehículo y se presentó a sí mismo, como el padre del niño que había salvado.
— Quiero recompensarlo dijo el noble inglés, usted salvó la vida de mi hijo.
— No, yo no puedo aceptar una recompensa por lo que hice respondió el agricultor, rechazando la oferta, sólo hice lo que debía.
En ese momento el hijo del agricultor salió a la puerta de la casa de la familia.
— ¿Es este su hijo? preguntó el noble inglés.
— ¡Sí! respondió el agricultor lleno de orgullo.
— Le voy a proponer un trato, déjeme llevar a su hijo y ofrecerle una buena educación. Si él es parecido a su padre, crecerá convirtiéndose en un hombre del cual usted estará muy orgulloso. El agricultor aceptó.
Con el paso del tiempo, el hijo del agricultor, se graduó en la Escuela de Medicina de St. Mary’s Hospital en Londres, y se convirtió en un personaje mundialmente conocido.
Algunos años después, el hijo del noble inglés, cayó enfermo de pulmonía. ¿Qué lo salvó? la penicilina.
¿El nombre del noble inglés? Randolph Churchill. ¿El nombre de su hijo? Sir Winston Churchill, primer ministro británico durante la II Guerra mundial y uno de los artífices de la resistencia inglesa y del fin del nazismo.
El nombre del hijo del agricultor, Alexander Fleming, descubridor de la Penicilina. Un sólo acto ‘insignificante’, cambió la historia.
‘Esto empero, digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente, y el que siembra en bendiciones, en bendiciones también segará.’ 2 Corintios 9:6”1
Yehuda Berg dice: “Al hombre lo derrota el miedo, al miedo lo derrota el vino, al vino lo derrota la muerte y a la muerte la derrota la caridad.” HOY, aprende a Dar.
Cuando tienes la generosidad de Dar, siempre vendrá a ti lo mejor; recuerda que Dar no es sólo algo físico como: dinero, comida, ropa; puedes Dar bendiciones, saludos, abrazos, aliento al fracasado, hálito de vida al enfermo, tiempo a tu familia o pareja para escuchar.
Cuando inicias tu día desbordando la generosidad de Dar, llega a ti una actitud mental positiva, que es el punto de partida de tu éxito, felicidad y realización personal; al Dar transformas positivamente tus actitudes hasta tu energía, generándose en tu interior un elevado estado de ánimo, una formidable paz interior y una visión positiva del universo, acompañado de una vibración personal poderosa, que te recuerda ser parte de lo divino que encarnaste en lo humano y estás aquí para ser feliz.
A.J. Jackson afirma: “Es mayor la bendición de quien da que la de quien recibe.” Por eso, HOY, construye y bendice la grandeza de tu vida al Dar a plenitud.
Cada nuevo amanecer recuerda que Dar es un poder, cuando lo ejerces con amor te haces rico en valores, en espiritualidad; es una manera simple de abrir tu espacio vital a los dones que el universo tiene para ti. “Dar y recibir son dos caras de la moneda de la vida.” Si no te atreves a Dar cierras el flujo natural del universo en tu vida.
El poder de Dar está lleno de magia, es una poderosa energía invisible que te conduce a fluir en armonía con el universo; cuánto más des, más recibirás, sólo tienes que Dar con alegría, con amor, desde el fondo del corazón, buscando la intención de crear felicidad. La manera directa de conseguir lo que deseamos es ayudar al prójimo a conseguir lo que ellos buscan.
Concluyo mi comentario con una frase del filósofo:
“La vida es como el box… ¡ES MEJOR DAR, QUE RECIBIR!”
1 RDP [reflexiones@nullrenuevodeplenitud.com]
filosofo2006@nullprodigy.net.mx