Jesús J. Castañeda Nevárez – jjcastaneda55@nullgmail.com
Con la llegada del “nuevo rumbo” llegaron también 11 Reformas Estructurales que representaron en su momento un logro sin precedentes para la Presidencia de la República que levantó más el copete y prestigio del inquilino de Los Pinos, permitiéndole alcanzar el reconocimiento internacional.
Una de ellas, la Hacendaria, representaba un pilar muy importante del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 en el que se establecieron las metas nacionales de las políticas públicas y en las que el SAT como el ente recaudador establecería diversas disposiciones a fin de incrementar el número de contribuyentes, promover el uso de medios electrónicos para el cumplimiento de las obligaciones tributarias y promover la incorporación de las empresas y las personas físicas a la formalidad, a través del nuevo Régimen de Incorporación Fiscal RIF.
Para cumplir con sus metas el SAT puso en marcha una fuerte campaña para atraer a los informales enfocándose únicamente en los “beneficios” que se adquieren con la incorporación al RIF y minimizando la parte compleja que esto conlleva; sin tomar en cuenta que un importantísimo segmento de la población que participa activamente en la micro economía, es mayor de edad y por lo tanto casi seguro “analfabeta tecnológico”.
Manejar verdades a medias se traducen en mentiras completas, porque muy pronto el nuevo contribuyente terminará descubriendo que las afirmaciones de fácil, simple, sencillo, etc., sólo formaron parte de un ardid para engancharlo y una vez atrapado ya no hay marcha atrás.
El optimismo del equipo económico de la Presidencia de la República respecto a lo que se lograría con la Reforma Hacendaria los llevó a no considerar los riesgos que se corrían con la puesta en marcha de las OBLIGACIONES que a partir del primer día del 2014 tendrían todas las empresas de México, como el tener que hacer Facturas Electrónicas por Internet y para el 2015 la Nómina Electrónica y para el 2016 la Contabilidad Electrónica y para el 2017 el CFDI 3.3.
Cambios, cambios y más cambios, uno tras otro, de manera que el universo de contribuyentes no sale de un golpe y ya está recibiendo otro, arrinconado en una esquina y sin esperanza de que alguien arroje la toalla. (podrían ser los Diputados, pero ellos están viendo el canal de las estrellas).
Hoy los hechos demuestran que tal vez el plan era bueno pero la estrategia para implementarlo NO, porque no se puede imponer obligaciones tecnológicas a una población que no está preparada previamente para ello. Ni los mismos Diputados y Senadores que aprobaron todas estas medidas lo entienden, garantizado.
El año pasado, 44.4% de la población de México de seis años o más se declaró usuaria de Internet, es decir 47.4 millones de personas, de las cuales sólo el 17% rebasa los 55 años (INEGI), lo que demuestra que prácticamente todas las personas adultas que siguen trabajando en una pequeña empresa, NO tienen idea de la tecnología y seguramente van a tener problemas para cumplir con las exigencias de la Facturación Electrónica.
De acuerdo a los datos proporcionados por INEGI podemos entender que México está lejos de las posibilidades de establecer una política hacendaria que comprometa al 100% de los contribuyentes al uso de la Tecnología para el cumplimiento de todas sus obligaciones.
La mayoría de los usuarios de internet hoy día son los jóvenes y no tienen problema con el uso de la tecnología, porque nacieron con ella. Los mayores de 35 años pudieran ser los que están entre los dos mundos, pero los mayores de 50 años por mucha voluntad que le pongan, será complicado.
Ante la dificultad que representa para muchos emprendedores, pequeños y medianos empresarios, cuya característica común pueda resultar su desconocimiento del uso de la tecnología, por su edad, por su limitación académica o su condición económica y ante la inexistencia de apoyos oficiales con un adecuado nivel de pertinencia, la inmediata reacción viene a ser el cerrar la empresa a la formalidad y buscar nuevas oportunidades de sobrevivencia en la informalidad.
Lo increíble de todo éste asunto es que el Gobierno Federal, Estatal y Municipal NO SE HAN DADO CUENTA DEL PROBLEMA. Por eso continúan engolosinados en sus cifras alegres que les imposibilitan darse cuenta de una realidad negativa que va avanzando poco a poco y que en algún momento reventará. Ese es mi pienso.
Continúa . . . .