Jesús J. Castañeda Nevárez – jjcastaneda55@nullgmail.com
Al considerar la problemática que enfrenta la Mipyme nacional, por las obligaciones fiscales que comprometen el uso de la tecnología y que representan un obstáculo difícil de superar para los contribuyentes de la generación análoga, surge desde el fondo de su incapacidad una exclamación obligada: “y ahora, quien podrá ayudarnos?”
Tratándose de la necesidad de transmisión de conocimientos el sitio obligado es el sector educativo, pero, por experiencia podemos asegurar que las Instituciones de Educación Superior, tanto públicas como privadas no tienen incluido en su plan de estudios el tema de Facturación, Nómina y Contabilidad Electrónica y, por lo tanto, los estudiantes de último semestre que pudieran ayudar en prácticas profesionales o servicio social en las empresas, no están listos.
Y aun cuando los adultos intenten aprender el tema tecnológico fiscal, no existen opciones diseñadas para ellos, porque tampoco el modelo educativo considera alternativas de formación y capacitación pensadas para ellos.
Por lo tanto, ante una notoria y contundente desigualdad social no se debe cerrar los ojos y pretender que el problema se resuelva “solo”, porque desafortunadamente así va a suceder, pero cuando todos los adultos analfabetas hayan muerto.
Sin embargo, el problema no terminará ahí, porque el acelerado crecimiento tecnológico se está convirtiendo en una bola de nieve que ya empezó a rodar y el escenario para todos no resulta nada alentador.
En la Agenda del Foro Económico Mundial (www.weforum.org) observan claras tendencias que marcan un escenario de subempleo, exclusión y amenazas en el mundo en un futuro cercano, con tendencias a una creciente desigualdad económica y la polarización social que se podrían agravar si no se toman medidas urgentes.
Desafortunadamente para todos los mexicanos, en la agenda nacional estos temas no son prioridad y si lo son los procesos electorales 2017 y 2018. La clase política se juega todo y le apuesta todo a sus propios intereses, sin importarles el alto costo económico y social que haya que pagar. (Lo pagará el pueblo con el trabajo de ésta y las siguientes generaciones).
La creciente desigualdad económica es preocupante, no solo por razones morales, sino también porque reduce el crecimiento económico a mediano y largo plazo. La desaparición de las mipymes por las causas que sean, representará la caída del dique que contiene la base del tejido social y su arribo violento en las manchas urbanas representará el caos, la anarquía y el desorden ocasionado por la miseria y el hambre producto del desempleo. Mayor inseguridad y más violencia que terminarán cerrando el círculo vicioso que terminará alejando todas las inversiones.
No debemos resignarnos con reconocer el problema, tomémoslo como una oportunidad para sacar la fuerza y el coraje para ponernos a trabajar para reducir o eliminar la brecha del conocimiento y desarrollo de las habilidades digitales.
El mundo va cambiando a una velocidad inesperada y los cambios que representará en un futuro cercano nos comprometen a hacer algo desde hoy, porque el 65% de los niños que ingresan hoy a la primaria tendrán empleos en puestos de trabajo que aún no existen.
Así que, si acaso hubiera un espacio de cordura en quienes toman las decisiones de gobierno hoy en día, la recomendación es: tomar acciones urgentes para atender las necesidades de la mipyme, antes de que el destino nos alcance.
Integrar la micro empresa, la empresa familiar y los proyectos de emprendedores a un Programa permanente de Capacitación y Adiestramiento en temas Administrativos, Fiscales y Tecnológicos; Mejorar el capital humano con habilidades digitales; Eslabonamiento de las cadenas productivas conectadas a la gran empresa a través de programas de desarrollo de proveedores; Limitar el establecimiento de empresas depredadoras del ecosistema; Conectar a las Mipymes en la economía global.
La sociedad espera ver muestras de otro tipo de liderazgos, porque si deseamos cambios verdaderos, pero seguimos haciendo lo mismo, no deberá sorprendernos que consigamos los mismos malos resultados de siempre. Hagamos algo, hagámoslo rápido, hagámoslo bien; hoy es una nueva oportunidad que no merece ser desperdiciada. Ese es mi pienso.