Tenía diez minutos que había sonado la campana de la catedral del Sagrario de la inmaculada concepción en la ciudad de Córdoba, a sus pies las luces de las farolas del parque iluminaban los estands en donde los libros esperaban pacientes algún lector.

 

Nosotros circulábamos entre ese laberinto de ideas hechas ejemplares de las cincuenta casas editoriales entre los jardines de la alameda que estuvieron presentes en la fiesta de las letras, nos apresurábamos para llegar a tiempo a la presentación que haría Benito Taibo como parte de los festejos de la Feria Internacional del libro Córdoba 2017. Un poco agitados hicimos arribo a la entrada del hermoso Teatro Pedro Díaz –llamado así en honor a su principal impulsor y mecenas- y terminado durante el gobierno de Teodoro A. Dehesa en 1892.

 

La parte baja del recinto estaba completamente llena, unos jóvenes amables nos indicaron subir a los palcos en la segunda planta y desde ahí pudimos apreciar la magia que encierra ese majestuoso teatro y la presencia de Benito que se encontraba en un ameno monologo con el publico en su mayoría jóvenes cordobeses, fue sorprendente ver a la gente en sus butacas expectante, escuchando la disertación de este gran escritor que hablaba acerca de su vida, de su infancia que fue difícil como la muchos chicos, habló de cuando tenía doce años y era feliz, con unos padres cariñosos, jóvenes y divertidos, los perdió en un trágico accidente automovilístico, su vida a partir de ese momento cambió, su tío Paco fue su tutor y de cómo llegaron los primeros libros que lo cautivaron, de los cuales ya nunca se quiso desprender.

 

Veía a los jóvenes identificarse con él, haciendo una conexión que para muchos de los adultos que tratan con un publico en su mayoría adolescentes no es tarea fácil, les hablaba con el corazón en la mano que electrizaba a cualquier oyente llevándonos por el camino de las lecturas, las experiencias vividas las anécdotas de su vida que deja plasmada en el extraordinario libro Persona normal en donde nos menciona que queda a cargo de su tío Paco, Sebastián, este niño narra el libro y nos conmueve, nos lleva por los caminos de la imaginación viviendo aventuras increíbles, en cada uno de los capítulos cortos que se van acumulando en nosotros, viviendo sus experiencias que en la lectura parecen nuestras. No en viajes de brujas y magia como Harry Potter; Sebastián vive cosas más sentidas, más nuestras, como el encuentro inesperado con un enorme tigre en la azotea del edificio de enfrente de su casa que ruge en las madrugadas y es correspondido por una tigresa a lo lejos, en el sur de la Ciudad de México al que libera para salir a trote por la avenida solitaria iluminada por las lámparas en la cálida madrugada, perdiéndose a lo lejos en busca de su amada. O peleando a lado de la tribu de los Siux defendiendo el territorio en contra de los colonizadores.

 

El libro Persona normal es apto para todo público, ameno, sencillo e indispensable para los jóvenes de secundaria y preparatoria para identificarse con el narrador que navega en un mar de historias, autores y principios como el respeto, la tolerancia la fraternidad y la comunicación para hacer mejores seres humanos. Añado mi reconocimiento a Benito Taibo que nos regaló una amena platica esa noche de sábado, es un escritor que tiene el don de la promoción a la lectura de forma natural a quien felicito por esa extraordinaria labor, al término del evento veía la alegría en los rostros de los muchachos formando una interminable hilera esperando que la firma de Benito quedara en los libros que volaron para quedar en las manos de nuevos lectores.

 

“Creemos en los libros porque… en ellos se encuentra escondido el secreto de nuestra identidad y nuestra historia. Creemos en ellos porque están llenos de nosotros mismos, de nuestros desvelos, nuestras ambigüedades y nuestras angustias, también de nuestras esperanza, creemos en los libros porque… de lo contrario seríamos polvo, nada”

Benito Taibo.

 

 

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