Los aficionados que hayan seguido desde el comienzo la saga The Fast and the Furious tendrán claro que son películas cuyo argumento es honesto: van de correr rápido, correr aún más rápido, y por el camino destrozar coches de incalculable valor que duele al ver como explotan o quedan completamente desechos.
Ahora, con motivo de la llegada a los cines de la octava entrega, la compañía de seguros británica Insure the Gap se ha propuesto calcular cuánto dinero supondría los destrozos que han hecho sobre coches, edificios y carreteras los protagonistas de la saga si todos los coches que vemos volando fueran de verdad. Han hecho cuentas, anotando cualquier cosa rota durante las 13 horas que costaría ver seguidas las siete primeras entregas y el resultado es el siguiente: un coste de 485 millones de euros.
Este dineral se divide en 169 vehículos dañados, 142 completamente destrozados, 37 vehículos especiales (desde avionetas a coches tuneados por los personajes) 84 edificios dañados o destruidos y 432 cosas variadas más que también han saltado por los aires.
El informe que ha preparado esta aseguradora en un buen movimiento de markenting también tiene en cuenta el coche más caro destrozado, y es el superdeportivo árabe Lykan Hypersport que destroza el personaje de Vin Diesel en la séptima entrega. Su valor, 2.5 millones de euros rápidamente volatilizados.
El coste total de los que serían los daños en la vida real daría por ejemplo para tener la plantilla del Barcelona completa, según la guía del coste de las plantillas que publicó la web Football Observatory en 2015.
Por otra parte, y por si te queda alguna duda, las películas han ido aumentando su nivel de destrucción entrega tras entrega, hasta llegar a dispararse en la penúltima de ellas, la última en entrar en el estudio.