Transito del autor al lector
No existe
mejor fragata
Que un libro
Para llevarnos
a tierras lejanas
Emily Dickinson
Juan de escasos veinte años recibió el cargamento de libros procedentes de España, como pudo con sus ayudantes subieron a una recua de mulas el pesado cargamento entre los que se encontraban los primeros 72 ejemplares del Quijote de la mancha que tocaban tierras americanas.
Su padre era un reconocido librero de Alcalá de Henares del mismo nombre, preparaba cargamentos de libros que enviaba por la ruta del puerto de Sevilla para llegar a los de este continente, en esa ocasión lo hizo en el de Portobelo, bahía descubierta años atrás por Cristóbal Colón en su cuarta expedición.
Corría el año de 1605 cuando inicio la aventura de esa singular ruta de los quijotes trasladados en el lomo de mulas atravesando a lo ancho el esbelto país ahora Panamá hasta su capital, de este punto siguieron por caminos muy quebrados hacia el sur, las veredas eran difíciles de transitar, las lluvias tropicales mojaron la mercancía, el joven Juan de Sarriá se vio obligado a desempacar los fardos para hacer un recuento de los daños, recuperó los ejemplares que se encontraban en mejores condiciones. De los diversos títulos solo un ejemplar del quijote se daño. Es curioso saber que las aventuras de estos dos personajes míticos Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza cabalgarían por Centro y parte de Sur América a lomo de mula en una nueva experiencia digna de la pluma de Cervantes.
Francisco Moreno Fernández del Instituto Cervantes no dice en el libro La maravillosa historia del español que la ruta seguida por el joven Juan de Sarriá posiblemente lo perdió en el camino a su destino entregando un año y medio después su encomienda. Pero de forma fiel llevo el pedido al librero Miguel Méndez asentado en una larga acta en la que consta a detalle el numero de títulos y ejemplares entregados.
A pesar del contratiempo sufrido en los andes y el incidente de los libros que se dañaron en la ruta, la mayoría llegaron con bien a Lima y Cusco, ciudades separadas una de otra por más de mil kilómetros, aunado a la distancia de Portobelo a Lima que son 2500km., podemos imaginar que los libros anduvieron en el lomo de las mulas por mas de 3500km en su recorrido hasta su destino como lo menciona Caros Alberto González Sánchez en su página 121 de Los mundos del libro. Después de repartir las entregas de los encargos los libreros ofertaron lo demás en plazas públicas y en diversas poblaciones.
Es importante hacer mención que el periodista y escritor peruano Ricardo Palma mencionó en alguna ocasión que el primer ejemplar del Quijote lo había llevado a Lima el Conde de Monterrey, Virrey del Perú sin que esto fuera comprobado.