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La Jornada

Las dos principales ciudades españoles, Madrid y Barcelona, fueron el escenario de una movilización masiva de taxistas que exigieron una regulación del sector y el final del trato de favor que reciben las empresas nuevas como Uber y Cabify, a las que se les exigen menos requisitos y pagan menos impuestos por realizar el mismo servicio. Las metrópolis ibéricas sufrieron severos problemas de tráfico y en momentos reinó el caos y los colapsos ante los cortes de varias avenidas por las manifestaciones y por la ausencia de taxistas que trasladaran a los miles de ciudadanos que necesitaban su servicio, incluidos los numerosos turistas que estos días viajan al país.

Ante este panorama, taxistas de todo el país decidieron organizar una jornada de lucha este martes, que tuvo como escenario principal el centro de Madrid, en las inmediaciones del Congreso de los Diputados, a donde viajaron más de 25 mil taxistas procedentes de todas las regiones para expresar su malestar con la regulación y exigir que se dejan de dar más licencias para vehículos VTC. La protesta principal salió de Atocha hasta la Plaza de Neptuno y ahí estuvieron durante varias horas tocando las bocinas y exigiendo un fin de la normativa. Además se quedaron sin servicio de taxis las principales ciudades del país entre las ocho de la mañana y las seis de la tarde.

Lo taxistas piden además que se cumpla la ‘ratio’ de vehículos de alquiler con conductor, de uno por cada 30 licencias de taxi. Además, exigen que se eliminen las ventajas fiscales para los VTC, que cuentan con un IVA reducido del 10%.Según declaraciones del presidente de la Confederación de Taxistas Autónomos de España y de la Federación del Taxi de Madrid, Julio Sanz, “los taxis y las VTC han convivido desde hace años de manera pacífica, ya que son servicios complementarios. Sin embargo, en la actualidad se está utilizando este tipo de licencias para ofrecer un servicio que ya presta el taxi, solo que sin contar con los requisitos legales que los taxistas deben cumplir para ejercer su actividad”.

En las inmediaciones del Congreso de los Diputados, los taxistas indignados lanzaron consignas contra el gobierno y contra el resto de los partidos políticos, a los que se les acusa de no hacer nada a pesar de que desde hace tiempo vienen denunciando la situación. De hecho, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, que se acercó a la protesta para firmar el manifiesto de apoyo fue recibido con gritos y hasta le alcanzó un huevo que le cayó parcialmente en el pelo.

Los voceros de las empresas denunciadas, como Uber y Cabify, insistieron en sus argumentos de que su labor “no es de competencia” contra los taxistas, sino que sus servicios están amparados por la ley al “no captar clientes directamente en la calle; todos los usuarios tienen que solicitar el servicio a través de la aplicación por lo que en ningún caso habría competencia desleal”. Al tiempo que advirtieron que “acabar con el monopolio del taxi supondría reducir los precios del transporte urbano, crear miles de puesto de trabajo y favorecer ciudades más sostenibles”.