Un grupo de oceanógrafos ha descubierto unos montículos gigantescos en el fondo del mar de Barents, en el Ártico ruso, y creen que en un futuro próximo podrían explotar y liberar enormes cantidades de gas metano al océano y la atmósfera, según el trabajo que han publicado en la revista PNAS.
El equipo, encabezado por el profesor Pável Serov, de la Universidad de Tromso (Noruega), descubrió en el fondo marino varios montículos de grandes dimensiones con un contenido inusualmente alto de metano. Las observaciones del hallazgo han demostrado que el gas se filtra lentamente desde el subsuelo a través de grietas en el fondo marino y, si alguna vez el nivel del mar descendiera, los montículos podrían explotar, emitiendo enormes cantidades de gas desde las capas superficiales del fondo marino.
“Los hidratos de metano son estables a temperaturas bajas y presiones altas. La presión que ejerce una capa de agua de 390 metros sobre el fondo del mar todavía es suficiente para que no exploten”, comentó Serov al portal Vesti.
Sin embargo, si el nivel del agua se redujera en tan solo 20 metros, la presión sería insuficiente para contener los depósitos de metano. El calentamiento del océano podría alterar este equilibrio y causar la explosión de estos montículos helados, un desastre cuyas consecuencias los científicos ni siquiera pueden predecir.
EL EJEMPLO DEL PASADO
A finales del siglo XX, los científicos ya encontraron en el fondo del océano Ártico cráteres formados del mismo modo, unas estructuras de varios cientos de metros de diámetro y decenas de metros de profundidad que aparecieron hace 12 mil años a causa de explosiones similares. Como resultado de ello, enormes cantidades de metano fueron liberadas al océano y a la atmósfera, lo que pudo haber acelerado el retroceso del hielo y poner fin a la era de la glaciación.