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Naces, creces, estudias o vas al trabajo, llevas una rutina todos los días (o al menos la gran mayoría lo hace) y te has preguntado ¿para qué?, vivimos en una era de inmediatez, del consumismo, y un desgaste de casi todo, quizás por ello resulta tan sencillo para algunos tergiversar la democracia, aprovecharse del prójimo u omitir ante la vista o los oídos al inhumano. Y en medio del caos y el vaivén de todos los días hay quien de repente se harta y deja de encontrarle sentido a la vida, es normal, todos pasamos por esos días de angustia y desesperación, lo anormal es no tener ayuda, rendirse y formar parte de estadísticas que quizás pocos notan, las del suicidio.
En México y el mundo las tasas de suicidio van en aumento, hay quien puede echarle la culpa a series como Por trece razones, pero el problema de fondo está muy lejos de los productos culturales de consumo, creo firmemente que el problema es la sociedad en general, la falta de atención, de formación o el acompañamiento porque el rostro del suicidio está en los jóvenes de 15 a 29 años, principalmente hombres, las mujeres tienen un índice mayor de intentos pero sólo el 18% de ellas logra suicidarse.
Uno de los principales factores de riesgo antes de cometer el acto, son los trastornos emocionales asociados a un estrés alto que las personas sienten no poder manejar, múltiples campañas para prevención del suicidio se han realizado, pero evidentemente su eficacia ha sido nula ya que en los últimos años la tasa de suicidio ha aumentado más del 140%, lo que sí podría ser útil es que comenzáramos a darle la misma importancia de la salud física a la salud mental, trabajar en la inteligencia emocional tanto como nos empeñamos en que los niños aprendan a leer y sepan matemáticas, quizás así llegado un momento de caos las personas sabrían que es normal sentirse así, que pueden pedir ayuda o incluso por sí mismos podrían aprender a manejar sentimientos que en ocasiones son ignorados pero tarde o temprano desencadenan en tragedias.
Después de un día intenso de trabajo, reuniones y pendientes, me cuestionaba a mí misma ¿por qué hacía todo eso? ¿qué impulsa a las personas a despertarse cada día para hacer lo mismo?, mientras reflexionaba sobre estas preguntas, decidí lanzar entre mis conocidos la siguiente: ¿Cuál es el sentido de vivir? y las respuestas que obtuve fueron sorprendentes. Muchas de mis amigas comentaban que el sentido de su vida estaba en sus hijos, una me dijo que su hijo era lo más importante pero aún sin él tendría que encontrar otro motivo para seguir viviendo, hay quien me hizo reflexionar aún más sobre si la vida tenía sentido, porque de acuerdo a Albert Camus la vida en sí se vive mejor sin sentido, pero la base de mi pregunta era una teoría opuesta, la de Viktor Frankl.
Viktor Frankl fue el creador de la logoterapia, su libro “En busca del sentido” del que he hablado en otras columnas, es lectura obligada en muchas escuelas, y me atrevería a decir que si estás leyendo esto y no sabes de quién hablo, deberías leer su obra. La base de su teoría era preguntarle a sus pacientes: ¿Por qué no se suicida usted?, no con el fin de incitarlos a suicidarse, sino por encontrar en sus respuestas una motivación para la terapia que recibirían, un motivo por el cual la gente se aferraba a la vida, para algunos era la familia, para otros algún objetivo o incluso los recuerdos.
Aún no puede definir qué teoría es más cierta que otra la del sentido o el sin sentido de vivir, lo que sí puedo decir con certeza es que al final de una forma u otra todos buscamos ser felices, pero la felicidad se nos presenta de distintas maneras, a algunos en forma de hijos que siempre han añorado, a otros como logros profesionales, en una pasión como la danza, o la pintura, lo importante es ser conscientes de ello, disfrutar esos instantes que nos hacen sonreír y nos dan motivos para vivir, como diría Jorge Bucay, “Seguramente hay un rumbo posiblemente y de muchas maneras personal y único […] habrá quienes se pierdan en el trayecto y se condenen a llegar un poco tarde y habrá también quienes encuentren un atajo y se transformen en expertos guías para los demás”. Así que sin importan el rumbo, si estás leyendo esto disfruta tu camino, que con o sin sentido en él algo bueno seguramente te rodea.