*Decir que pagaron para ver a 22 mercenarios dar patadas a un balón es como decir que un violín es madera y tripa, y Hamlet, papel y tinta. (Boynton, escritor inglés). Camelot.
NO SON TAN MALOS
Domingo por la mañana, medio México se paralizaba porque jugaba su selección. Y no era menor rival, era Portugal con el gran Cristiano Ronaldo, hoy, el mejor jugador del mundo, con el perdón de los fans de Messi, era horario tempranero porque la Rusia de Donald Trump queda muy lejos, y Putin iba a escuchar el grito que se le da al portero rival, de boca de los mexicanos al grito de guerra. Que casi es su apellido. Temprano alcancé a verlo, suelo ahora desde hace tiempo verlo con los comentaristas de Azteca 13, son mucho mejor que los demás, y luego, cuando termina el juego me voy con los que saben, José Ramón Fernández, Roberto Gómez Junco y David Faitelsson, no hay otros como ellos para la explicación del partido. Los comentaristas se enfrascaban por dos novedades, la primera era que la tecnología llegó a la FIFA ya, y llegaron bailando ricacha. Se habían demorado una eternidad. El mafioso Joseph Blater solo pensaba en los millones de coscorrones que les pegaba a los patrocinadores, cuando les llegó el FBI y la mano les alcanzó hasta Zúrich, Suiza, donde apenas ayer terminé la serie Genius, del gran Albert Einstein, el científico alemán cuya Teoría de la Relatividad nadie entendemos, y él solía explicarla así, el día que un jodedor periodista le preguntó qué cosa era eso: “Pon tu mano en un horno caliente durante un minuto y te parecerá una hora. Siéntate junto a una chica preciosa durante una hora y te parecerá un minuto. ESO es la relatividad”, serie interesante, más cuando el mamón y payaso de J. Edgard Hoover, que veía comunistas hasta debajo de las alfombras, el día que el científico quería abandonar Alemania, a la llegada de Hitler, le negaba el salvoconducto y tuvieron que filtrar (oh el gran valor de la prensa) al afamado diario The New York Times, los problemas y dificultades y muros que Hoover ponía a ese científico, al que todos los países del mundo le querían, cuando hacía tiempo había abandonado la nacionalidad alemana. Los congresistas y la sociedad judía pegaron el grito en el cielo y por poco mandan al carajo a Hoover, que se hubiera quedado sin la película que le hizo Leonardo Di Caprio, años después. Pero esa es otra historia que pronto cuento, una serie buena.
LA TECNOLOGIA
Estaba en la tecnología, el soccer se demoró siglos en emplearla, desde aquella Mano de Dios de Maradona en México, que hoy no hubiera pasado con la tecnología de la repetición, de ese gol, el entrenador de Inglaterra dijo: “Esta bien, el primero lo marcó con la mano; pero el segundo valió por dos”, hasta el gol fantasma de Inglaterra 66, y muchas historias más que pudieron haberse aclarado. En el juego del domingo, al árbitro desde el palomar le indicaban cuando hacían revisión, y no pasa nada, no demoraron ni dos minutos cuando, gracias a la repetición, anularon goles que eran en fuera de lugar. Aun les falta, es el único deporte que tiene tan pocos árbitros, el fut americano tiene 7 réferis y un oficial mandón, el basquetbol, en tan corto espacio, tiene cuatro; el béisbol tiene 4 ampáyeres y son casi infalibles, el soccer gravita con un solo árbitro, que tiene que correr de lado a lado, de portería a portería, y dos bandereros, llamados árbitros asistentes, cuando debía haber dos árbitros, uno por cada medio campo y cuatro bandereros, dos de cada lado, aparte los mirones que andan pegados a las porterías. El juego se desarrolló en la emoción. Los comentaristas se enfrascaron al leer los labios del rey Cristiano, cuando junto a Pepe, su correligionario en Real Madrid, logró decir: “No son tan malos”. No hablaba de nuestra maldad, que en eso si somos buenos, hablaba de que el equipo ahí la pasó, gravitando a ratos bien y a ratos haciendo agua. Los de TV Azteca rajaron duro contra el cordobés Miguel Layún, de malo no lo bajaron, pero mejorará ya verán, es bueno y, además, es nuestro orgullo cordobés, Salcedo dejó mucho que desear, y Chicharito así es, mete una y falla dos. Pero fue un empate bueno, que nos pone en la ruta del triunfo y calificación. En un domingo mañanero de futbol, le echaron ganas porque, como dijo Di Stefano: “Ningún jugador es tan bueno como todos juntos”.
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