Salvador Dalí (Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech), ese genio fascinante del surrealismo, es posible que siempre sí haya dejado descendencia en la persona de una señora que se ostenta como descendiente consanguínea del pintor catalán, aunque el que esto escribe, como también lo argumenta el experto en Dalí, Ian Gibson: “Dudo que el artista depositara alguna gota de su divino esperma en el vientre de otra mujer”, y es que esta señora que lleva por nombre María del Pilar Abel Martínez, asegura que ella nació producto de una relación de amistad que se convirtió en un amor clandestino entre el genio catalán y la señora madre de la respetable dama que asegura se hija de Dalí. La verdad es que viendo este asunto a la distancia, me parece que son puras conjeturas sin sustento las que se hace doña Pilar como para afirmar tal cosa. Dalí fue un personaje único e irrepetible y como tal se concebía él mismo, antes de él nadie como él y después tampoco. Como quiera, doña Pilar ha levantado tal revuelo en España que una juez ha ordenado que los restos del maestro del surrealismo sean exhumados para contrastar su ADN con el de doña Pilar. Todo podría pasar después de esto. Ella asegura que lo único que busca con esta querella es el reconocimiento como hija de Dalí, por supuesto al apellido, pero también podría reclamar algo así como dos terceras partes de la herencia y a los derechos de autor, o sea, estamos hablando de mucha lana que actualmente administra una A.C., la Fundación Salvador Dalí. Soy un admirador de su obra, me ha costado mucho trabajo comprenderla, desentrañar los muchos misterios ocultos que encierra su deslumbrante pintura, pero más que eso, de Dalí también me gusta su faceta como escritor, pasa un poco como con Woody Allen y José Luis Cuevas, de quien me ha gustado más cómo escribe que su propia obra pictórica. Vamos a ver qué pasa con la señora Abel y hace valer sus argumentos para acreditarse como hija del genio de Cadaqués.