El 21 de junio pasado publiqué en estas mismas páginas el texto “Mexicanos corruptos”, mi amiga, la periodista alemana Sandra Weiss, que como freelance trabaja para medios de comunicación de Alemania y Austria, reaccionó al artículo y quiero compartir con ustedes lo que me envió.

Ella, que ahora vive en Puebla y antes en Caracas y Montevideo, viaja constantemente por América Latina, conoce muy bien la región y está informada de manera directa de lo que pasa en ella.

Me dice: “Considero que México ha avanzado mucho más que otros países de América Latina en erradicar la corrupción y la ineficiencia de los trámites burocráticos. No sabes el rompecabezas que es en Brasil, Uruguay y Venezuela -para no hablar de los países del Caribe o Centroamérica- obtener una licencia, un pasaporte, placas del carro, el FM o pagar impuestos”.

Y añade a partir de su propia experiencia: “Recuerdo que así fue también en México cuando llegué en 1999. Pero desde que regresé en 2009, nunca tuve que pagar a nadie (ni a un tramitador), y ningún funcionario nunca me pidió nada, la información que te dan de los requisitos es clara y precisa, descentralizada (ya no tengo que pedir el FM en la CDMX, sino en Puebla), y se resuelven los casos bastante rápido gracias a un sistema electrónico muy transparente”.

Continúa: “el pasaporte se obtiene el mismo día, en Alemania, hay que esperar 6-8 semanas. En Uruguay, para vender un carro se necesita notario. No sé cómo es en México para abrir una empresa, obtener permisos de construcción, etcétera”. Estos avances que anota Weiss que se hacen presentes en la vida de todos los días no los reconocemos. Está claro que no es ningún mérito y nada excepcional y que en todo caso así debe de ser, pero sí conviene recordar de dónde venimos y en medio de qué estamos. Vivimos en América Latina y no en la península de Escandinavia.

Y Weiss plantea -coincido con ella-: “para mí, el gran reto es erradicar la corrupción en la justicia, la política, la fuerza pública y sobre todo de la zona gris empresarial-política y también transparentar el financiamiento de los partidos”. Y termina diciéndome que el ejemplo de que sí se puede combatir la corrupción “está en México mismo, sólo que nadie se percató. ¿O me equivoco?”.

El comentario de la periodista alemana, a partir de su propia experiencia en América Latina y México, me ha hecho reflexionar en tres cosas: la incapacidad que tenemos como sociedad de reconocer nuestros propios avances y éxitos; el hecho de que si se quiere realmente combatir la corrupción se puede y están a la mano los mecanismos para hacerlo, y que en este momento hay que poner especial atención, vigilar con mecanismos externos, todo tipo de contratación entre el gobierno y las empresas privadas.

Twitter: @RubenAguilar