*De Montaigne: “La vida no es en sí ni un bien ni un mal, sino el lugar del bien o del mal, según que el hombre practique lo uno o lo otro”. Camelot
AQUELLAS TOMAS DE CASETAS
En el pasado muy reciente, presente lo tengo yo, había una dinámica de veracruzanos, la toma de carreteras, la toma de casetas de peaje. Todo comenzó cuando el presidente Peña Nieto no paró en seco a unos rijosos y le tomaron la Autopista del Sol, la que lleva a Acapulco. Desde ese día, cuando todo mundo vio que había impunidad y se permitía, pues a darle que es mole de olla, diría Minga, una gente de mi pueblo. Fue un deporte nacional, por todo se protestaba y los caminos eran tomados, que por un alcalde que no terminó una pavimentación, que por una carretera interrumpida, a unos maestros que no les pagaban, los pretextos eran varios. Algunas veces se traía tema nacional, como el doloroso caso de Ayotzinapa y, la tomaban hasta que no apareciera la verdad, que eso sería nunca. Había esquemas varios, los que transitamos por la muy jodida y cara y mala autopista de Capufe, que lo único que tiene bueno son las casetas de cobro, caíamos en el hartazgo. Tomaban una caseta y no dejaban pasar. Las colas eran interminables, los tiempos perdidos eran de todos. Hubo un caso de un niño que murió cuando la ambulancia no pudo pasar. Era el deporte nacional y en Veracruz, ante la indolencia de las autoridades, que andaban en otro deporte o en otras tomas, las tomas eran un día sí y otro también. No había ley. Algunas veces dejaban pasar de gratis, cosa que medio se aplaudía, y otras ponían sus sombreros los toma-todo para apoyar su causa, que no era ninguna. Lograron sentirse zapatistas o villistas, sin haber Revolución. Puro zángano. Cuando el gobierno de Miguel Angel Yunes llegó, dijo que eso se acababa. Y lo ha acabado. Lo mismo con los de los 400 pueblos, cuyo líder cayó en desgracia, porque no creía que este gobierno aplicaría la ley, que en otros casos. Famosa es una foto cuando a una maestra la llevan de palomita, pues tomaba una arteria vial jalapeña. En la de Fortín, que divide la entrada hacia la ciudad de Puebla y México y el sur de Veracruz, no había día que no la tomaran. La semana pasada, mientras Veracruz se sumía en una serie de espantosos crímenes, ejecutados por bestias, se les hizo fácil tomar la caseta de Fortín. A la hora llegó la fuerza pública, no querían abrir paso y se los abrieron. Se llevaron a un líder y hoy, acusado del delito de obstrucción de vías de comunicación, ha salido bajo fianza a seguir su proceso en libertad. Pero ya no es lo mismo Juan Domínguez que… Bien por este gobierno. Esos bloqueos insultaban a una población que anda trabajando, a quienes nos movemos por la mala autopista, a quienes, por una u otra causa, vienen por allí rolando por esos caminos difíciles, donde ahora, y escribo esto para que se tenga cuidado, en los puentes de la de Puebla-Orizaba, en la primera caseta ya volvieron a un antiguo deporte, tirar desde los puentes piedras a los automóviles para que, al romper el parabrisas, si quedas con vida, te detengas o choques y estos rufianes bajen a asaltarte. Hace dos días hubo un incidente y a la persona que iba de copiloto le quebraron dos costillas.
ATAQUES EN LOS PUENTES
Alguna vez, a quien esto escribe le ocurrió algo similar. Por la noche, cuando se venía de México en un puente, poco antes de llegar a la caseta, nos soltaron tremenda piedra, astilló el parabrisas y los vidrios pegaron en mi rostro, del lado de copiloto. Al llegar a la caseta me bajé a declarar el atentado. Junto había una patrulla federal y le señalé el puente, le dije que fuera a la caza de esos rufianes, que iban a matar a alguien. Hizo como que me oyó, y se dio la media vuelta, y se fue con el sol cuando muere la tarde, como canta Luis Miguel. ¿Qué creen? Había dos más que les habían apedreado sus parabrisas. Les aconsejé que no declararan que les habían tirado piedras, porque los marrulleros de Capufe tienen unos seguros a su manera, si es que te lancen piedras no pagan, porque lo señalan como terrorismo, como si fueran hijos de Trump o de Obama en sus tiempos. Conocedor de sus triquiñuelas, y teniendo seguro de mi auto, solo me bajé para decirles que llamaran a la Policía Federal y fueran a la caza de esos rufianes. El tirar piedras arriba de los puentes es un negocio que les ha redituado a los hampones. ¿Qué hacer? Alguna vez un federal me dio la siguiente recomendación, que al llegar al puente cambie de carril, para que al tira-piedras como Valenzuela, no le dé tiempo de asestarlo a la cara o cabeza o cuerpo del conductor; mientras el conductor no pierda el control, se sigue con vida. Eso y otra, no circular de noche por este tramo de Puebla-Orizaba, en la noche de la violencia, todos los gatos son pardos.
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