Sigo con los consejos en forma de indicaciones para quienes andan en pos del sueño escurridizo de alcanzar un escaño en el Senado o asiento curuleco en la próxima legislatura federal y en la local, después de obtener el sí del jefe respectivo y el apoyo de la prensa…

  1. Hay que hacer presencia en todo el estado (para los senadores) o en el distrito respectivo (para los diputados). Primero, regresar a los orígenes, reavivar las amistades infantiles, saludar de nuevo a los familiares olvidados, hacer presencia en el pueblo o la ciudad natal, al barrio. Nunca sobra crear una fundación para arrimar apoyos y crear imagen de benefactor.
  2. Hay que hacer presencia en el partido. Empezar las visitas recurrentes al edificio de Ruiz Cortines. Conseguir el saludo -aunque sea pasillero- al presidente, a la secretaria de organización, a la secretaria de administración (a la secretaria general no, porque nunca va). Llevar regalitos a las secretarias, a los auxiliares y a los abrepuertas, nunca se sabe.

Y acercarse a los líderes de los tres sectores, para ver con qué camiseta pueden buscar la candidatura.

También hay que buscar un nombramiento dentro del Partido, el que sea en cualquiera de las secretarías, los sectores, las organizaciones: “Auxiliar B del secretario privado del segundo asesor del titular de la oficina de atención a militantes del sector popular en la parte suroeste de la parte norte del estado”. Todo sirve.

  1. Es sumamente importante mandarse a hacer una encuesta cuyo resultado único e inconmovible sea que el aspirante es conocido, querido, admirado, reverenciado en su distrito. Mientras más exagerado el resultado, mejor (la realidad es lo de menos). Y portar copias al por mayor del documento para mostrarlas y regalarlas a la menor provocación en cafés, salas de espera, oficinas partidistas. Mandar, obviamente, a todas las redacciones una copia con “atentos saludos”, para que los cuates o los aliados de esta ocasión promuevan la encuesta.
  2. Darse varias vueltas por el Altiplano. Probar visitas al edificio nacional del Partido. Revisar si en alguno de esos recovecos no hay un paisano a modo -jarochos hay hasta debajo de las piedras, en todo el mundo-.

Ir a Bucareli, pero mejor: localizar la oficina alterna en donde realmente despacha el Secretario de Gobernación y darse una vuelta para saludar a los que entran y salen, en una de ésas hay un conocido que pueda empujar un poquito más la candidatura.

(Ya entrados en gastos y por esos lares, para los priistas una visita a Toluca no es mala idea. Si no se obtiene ningún resultado, si no se halla a nadie conocido, al menos se puede aprovechar para paladear una riquísima torta de chorizo o comer en los restaurantes de lujo de Metepec, que son garantía).

  1. Hay que hacer currículum, y si no se tiene, inventarlo: que si alguna vez pasó una manifestación por el frente de tu casa, entonces poner “organizador de eventos masivos en apoyo de varios candidatos del Partido a la Presidencia de la República”. Exhibir una credencial antigua -las hacen inmejorables y económicas en la Plaza Santo Domingo en el DF- que dé cuenta del pasado largo e impoluto del aspirante en tareas de su partido desde la cuna.

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