*Parafraseando a un grande de la literatura, sin comparación, naturalmente…Gabo.

 

*Entrevista o charla con mis amigas del tacón dorado…como los genéricos…

 

*”En ese momento de la entrega soy una reina, una doncella…olvido el hogar”.

 

Trata a todas las reinas como putas y a todas las putas como a reinas”.  Quinn, Anthony

 

 

Alfonso Mora Chama

 

   Sin adjetivos para calificarlas, sin ofensa y sin malicia, menos morbosidad, lo saben. Son mis amigas del parque de Coatepec y de alrededor de la iglesia de San Jerónimo,  y de otros que lo niegan e intentan esconderse cuando las encuentran. Porque van con la esposa, ¡ Zacatones ¡, bromean las “niñas” de la calle.

 

   Ellas, mis amigas, las señoras del tacón dorado – las nuestras apenas unos zapatos de plástico o zapatos baratos y gastados – saben de la avaricia del viejo y su deseo de buscarlas para la cama, como de la vanidad de la mujer y que en su condición de vender caricias  la consiguen a medias, como dijera Elisa, llamémosla así, respetando su voluntad.

 

-Somos mujeres, no deben sorprenderse los hombres cuando nos usan porque sabemos que los espejos se utilizan para vernos el rostro, pálido, risueño, amargo, pero también en nuestros rezos y oraciones tenemos el otro espejo para vemos el alma…Dios nos consuela y nos perdona. Comenta Eufrosina, de una comunidad cercana a Coatepec.

 

-A veces no entiendo cuando se expresan con groserías al decir a cualquier sujeto, enemigo  o político…¡ hijos de puta ¡…no es así. Ni mis hijos lo merecen, somos trabajadoras del sexo como las hay en la cocina y se llaman cocineras, recamareras, secretarias, jefas, mujeres policías…no merecemos que nos señalen como putas y sí lo somos, no me da vergüenza, pero todo lo malo o lo perverso, se le llama hijo de puta…Gaby, la más letrada dicen ellas, las amigas de mirada alegre para atraer al cliente…llega uno, de la tercera edad, esperamos saber cómo le llega a la chava:

 

-Te traje estos huevitos, fresquecitos, los acaba de poner la gallina allá en mi rancho, mira todavía traen pegadas las plumitas. Este es cedrón para que te prepares el tecito, es bueno para las dolencias si las tienes mi niña…

 

-El anciano es amoroso, tierno y dulce  la contempla como a una doncella.

 

-Bajita la voz le dije eso y me aseguró el amigo:

 

-Claro que es una doncella, es una reina, es mi angelito…expresa Bulmaro emocionadamente mientras le admira las blancas piernas de quien lo acompañará por una hora en el “Chinchero”…

 

-Son hermosas, dije…toda mujer es hermosa por el hecho de serlo.

 

-Pasa en ese momento Pancho Maracas, mi paisano, chofer jubilado muchos años explotado por el dueño de un autobús  Netzahualcoyotl…saluda picarescamente sin quitar la mirada en los voluminosos senos de Patricia…¿ Qué haces mi chino?. Así como preguntó se alejó inmediatamente.

 

-Las amigas, son prostitutas que se mezclan con la gente que acude a la misa, al mercado, al parque o al café del centro de la ciudad de Coatepec; cotidianamente saludamos a las amigas, del ciudadano también que las hace suyas literalmente hablando.

 

Señoras de todos los tamaños y peso, “señoras celulitis”, chaparreras propias, colosales nalgas que al cliente lo enloquece y en la acción lo enfurecen hasta la soflama en los labios más íntimos de la doncella cuarentona…amigas que con enormes traseros soportan el frio del cemento de la banca callejera, frente a la “casa de azulejos”, otras en el parque primera sección frente a la Finca de Andrade…

 

Damas que a cada momento dejan caer su cuerpo entre los resortes oxidados de la cama, ocultos apenas en un viejo trapo descolorido que una vez fue colchón…en ese “Chinchero”, testigo de infidelidades, de placer, de pasión, de angustia y quizás de llanto, de lujuria…y de asco.

 

-“Cerramos los ojos, comenta Patricia, lo que venga, sostiene…lo hacen para imaginar que no es el anciano decrépito el que acaricia y besa sus pezones, los que se escurren por encima  y a los lados de ella…la babeante boca del cliente no tan ocasional los persigue hasta atraparlos para jugarlos entre sus escasos dientes…

 

Soportamos la caricia, añade Elisa, pero en mi caso, mi mente viaja hasta imaginarme la escasa despensa que llevaré al menos a mi hogar, mientras mueve con dificultades lo que fue un esbelto cuerpo, sin abrir los ojos…sería terrible, agrega la “muchacha” Elisa.

 

-Las amigas de la vida fácil, no son las que describe Gabriel García Márquez en “Memorias de mis putas tristes” y en Coatepec no está Delgadina, su doncella…narración de Gabo de un longevo periodista – ¿ acaso él ? – que en su cumpleaños número 90 se propone celebrarlo con una niña de 14 años, virgen desde luego, a su antojo, acudiendo a su amiga Rosa Cabarcas, dueña del putero que se la consigue para sedarla y el colega periodista se dedica a contemplarla, tratándola durante doce meses narrándole sus gustos como reportero, el amor a la música romántica, de sus triunfos y fracasos, como la canción Urge de Martín Urrieta…le habla de sus libros preferidos y su gusto por las chavas del taloneo, de sus fracasos con sus parejas, una por más de 17 años. A Delgadina la halaga como todo periodista enamorado y colmilludo hasta enfrentar lo inevitable…se enamora de ella.

   Peculiar amor de un viejo que a su edad el vigor se le agota, pero con la emoción en el corazón, la hace suya finalmente después de tanto admirarla y se da cuenta que el amor no pasa como creemos solo en el coito, se presenta también en la caricia, en la contemplación y en el  silencio…

   Las putas y amigas nuestras, las de Coatepec, son diferentes. No se atreven a amar, es peligroso de acuerdo a su opinión. Porque “también nos vamos a la cama con jovencitos y señores de 30 o 36 años, no solamente con viejos de 70…”,dice seriamente Paty. Tenemos corazón y sangre en las venas, no atole, podemos amar, sabemos entregarnos no sólo por dinero.

 

    Lo interesante, comentan, que tenemos nuestro reino, “todas las mañanas somos reinas, somos princesas, doncellas, por eso nos buscan y somos en cierto modo, felices. Sus hogares quedan atrás por un momento de caricias a la venta;  tres de las cuatro, madres solteras, Elisa tiene marido que sabe de sus “chingaderas”, así lo califica. Se queda allá en la comunidad, ayuda con la limpieza de la casa, con los tres hijos, dos nueras y cinco perros.

 

   Su pálido rostro se convierte en tristeza viva…el retrato de la boda sigue adornando la casa, “no creas, a veces se apodera el remordimiento y pienso en corregirme pero cuando despierto y veo que falta la leche y la comida, me arreglo para salir a trabajar aquí esperando al cliente…”se impone la necesidad”.

 

-¿Nececidad de qué?, dije…¿de coger?.

-Puede ser, explica Elisa…”porque ya ni eso con el marido, puede ser porque se perdió ya la confianza, el amor, y nada de coger con mi marido…puede ser, sí. O me tiene asco…lo comprendo.

 

-Ya no te sirve tu marido o por el dinero que ganas…?

-Las dos cosas.

   En estas señoras, sucede de todo. Señores que se atreven a golpearlas porque no aceptan sus caprichos sexuales, su morbosidad y piden su trasero…”cobramos más si así lo desean, pero es doloroso”…se da más el sexo oral.

-Otros “enamorados”, porque los tienen, galanes setentones que llegan a ellas para tratarlas como reinas, soportan sus dedos toscos y callosos que acarician el grasoso cuerpo de la diosa, recorren con la lengua la piel de la dama paciente, pasando por los pezones hasta llegar al lugar inevitable, tropezando la lengua con los puntos de la cesárea, tatuaje imborrable, fuga de las crías y penoso sitio para las prostitutas…pero es el título y grado de señora.

 

-Curiosamente, nos dicen que llevan cortaúñas…a ciertos clientes les gusta que se le corten las uñas y platicamos. Estos detalles las sacan de sus cavilaciones; en una ocasión Elisa fue de talle fino y recuerda que en su casa de su acomodada familia cuando se dirigía a bañarse, había un camino de toallas, de caros perfumes y la tina…una casa tupida de cuartos y mozos. Sentía el placer morboso a sus 14 años y estar en la tina su cuerpo temblaba. Ahora al narra, su piel se le eriza y sus ojos se opacan ante las lágrimas y la sangre se le agolpa en los oídos…recuerda también la vela con olor a jazmines; “quero caer en el abismo de la locura del amor…deseo amar nuevamente, sería feliz, no lo haría por dinero…”.

 

-Algún día amigo…algún día.

 

(Continuará)

 

Remate:

En las putas… dolor mitiga

La putería que así critica…

En una sociedad que castiga

Cuando quizás la practica