*De Horacio: “La palabra una vez hablada, vuela y no torna”. Camelot
LOS APAÑES
Ni perdón ni olvido, llegó a decir el gobernador Miguel Angel Yunes Linares, cuando blandió la espada de Damocles (La espada de Damocles es una frase popular que debemos a un historiador griego y que hasta hoy se utiliza para referirse a un peligro inminente, aludiendo a una espada que pende sobre nuestra cabeza y que en cualquier momento caerá sobre nosotros) y se les fue a la yugular a esos infieles, que veía del otro lado de la raya, como aquel chiste de: ‘atrás de la raya, que estoy trabajando’. Ayer mismo en Xalapa, mientras comía con amigos en un lugar llamado La Gavia, de cuyo nombre si quiero acordarme, brincó la información de que el Fiscal de Hierro, Jorge Winckler, después de haber detenido a conocido constructor de una Torre Pediátrica veracruzana, que no encuentra ni principio ni fin, iba sobre un personaje público muy conocido, Juan Antonio Nemi Dib, que secretario de Salud fue por un tiempo duartista y luego, peleado con la dirigencia sindical, y al no encontrar el apoyo de su jefe, el hoy poeta que en el aire las compone, se fue cómo llegó, cuando llega la tarde. El mundo político se cimbraba, las charlas de café y los comentarios eran que estaba bien, que los que delinquieran se defendieran. Nemi se ampara y busca su espacio legal para su defensa. Pero en círculos muy críticos se opina que faltan varios.
UN CIELO NOS VIGILA
Fue una semana agitada, los drones iraquís choleños vuelan sobre las ciudades y no hay día que no tengan un asombroso descubrimiento, como el que encontraron de varios autos en Cardel, supuestamente robados, la delincuencia organizada ahora tendrá que cuidarse por cielo, mar y tierra, porque los esquemas de seguridad en Veracruz se redoblan y afianzan, mas desde que el secretario Osorio Chong dio garantías de que la Fuerza Federal seguirá combatiendo a la maluria. Esos crímenes sacudieron las conciencias del país. Un pisa y corre rápido por la peor autopista de México, la de Capufe del tramo Córdoba-Veracruz, donde al retorno uno debe ir preparado para perder, de 40 minutos a 2 horas, como me ha ocurrido estas dos veces por semana que por allí rolo, anoche mismo tomaba la decisión si desviarme por la carretera vieja, la de la Tinaja, pero era ya noche y más vale andar a las vivas, porque en la noche todos los gatos son pardos, y dice otro viejo refrán: nunca dejes camino por veredas. Y la burla de la SCT es que no solo mantienen esas autopistas que parecen caminos rurales, no, le han subido el precio en un 3.9% como si fueran autopistas texanas o californianas, que allá ni las cobran. Tiene una ventaja ir a Xalapa, cuando llegas al tramo donde abandonas la de Capufe, y entras a la privada que opera la familia Ruiz, esa la tienen en buenas condiciones, pero ojo, ya tienen partes donde se parecen a Capufe. Ojo, porque es una autopista concesionada, que desde la época del gobernador de las estrellas, Miguel Alemán, junto con Montano las concesionaron y gozan de cabal salud, aunque tienen baños muy feos. Una tarde de retorno donde me desvié a Rinconada a la visita y compra obligada de las Garnachas. Suelo comprar unas 50, que reparto entre los míos, porque un día después son más ricas en los recalentados, con unos frijolitos aguados es una delicia comerlas. Rinconada es la capital mundial de la garnacha, y uno debe consumir lo que Veracruz produce. Ese pueblo vive y huele a garnacha, como aquel otro famoso de España, en la zona de Castilla y León, en Aguilar de Campoo, que elaboran su galleta María, como la nuestra, y uno va entrando al pueblo, en la zona de Palencia, la zona palentina, y huele a galleta, por eso suelo decirle ‘un pueblo que huele a galleta’. Elaboran la famosa galleta Gullón, que se compra en Cotsco, ayer mismo fui por unas, porque con cajeta o leche Nestlé, son una delicia. Aguilar de Campoo, pueblo de 8 mil habitantes donde todos viven de la galleta, como en Rinconada, de unos 15 mil habitantes, una gran mayoría de mujeres mantienen a sus hijos haciendo las garnachas mundialmente conocidas. Les compro siempre a las mismas mujeres (Mónica, Selena y Paola). ‘Ya no había venido’, me dijo una de ellas. Y me comí dos allí mismo, porque verlas hacer da hambre.
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