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El mundo ya tiene demasiados problemas y atrocidades como para hablar de ellos, las noticias siguen siendo las mismas con distintos protagonistas, abundan los feminicidios, robos de gasolina, anuncios previos a la carrera presidencial, supuestos destapes de aspirantes que conocemos de antaño e infinidad de notas donde se tiene por protagonista a Donald Trump.
Por ello en vez de hablar de lo que todos sabemos o al menos esperaría supiéramos, hablaremos de arte, lamentemos cosas como la muerte de un grande: José Luis Cuevas, que pudo ser grande para muchos o un enfant terrible para quienes no soportaban sus cuestionamientos y críticas hacia el excesivo nacionalismo de la época, quizás aún presente.
El lunes de la semana pasada el mundo del arte se vestía de luto, se exaltaba al gran artista, iniciador del movimiento artístico de “La ruptura”, se reconoció su valentía por salirse del molde y hasta se le víncul´´o como padre de Pedrito Fernández, esta última noticia comprobando lo que en su columna mencionaba Pascal Beltrán del Río, que a 66 años de haber publicado el manifiesto “La cortina de nopal”, éste aún sigue vigente en medio de muchos mexicanos, desde la mordida que resuelve lo que la legalidad no puede, hasta la idiosincrasia que sataniza todo lo extranjero por considerarlo un ataque a México, y si bien me siento orgullosa de mi país, también agradezco la existencia de la globalización que nos permite conocer mucho más de otros culturas.
Considero necesario hablar de Cuevas, porque quiero hablar de arte, de un tema que en su mayoría conocemos poco y que deberíamos conocer más, no sólo por ser más cultos y encontrar nuevos pasatiempos, sino porque detrás del arte está nuestra historia, detrás de cada trazo sea en México o el extranjero podemos entender el pensamiento de la época, algunos errores y atrocidades, la situación de los oprimidos u olvidados y ello debería ser suficiente para que querer generar una nueva ruptura, no describiré por completo la cortina de nopal de la que hablaba José Luis Cuevas, porque si el lector aún no la conoce espero con esto alimentar su curiosidad y generar que alguien más la lea, pero sí hablaré de que pese a encontrarnos en otro siglo desde que se escribió aún tenemos los mismos problemas.
Me atrevo a decir que en parte es por desinformación, por falta de educación y porque muchos aún se acomodan y por cobardía prefieren permanecer hundidos en el lodazal. La cortina de nopal cuenta la historia de Juan y su conformismo en el arte, pero esa analogía aplica en todos los campos, Juan podría ser cualquier mexicano que prefiere quedarse con el estado paternalista antes de crear e innovar. Podría ser cualquier mexicano que se conformó con lo aprendido en la escuela y nunca cuestionó lo que le enseñaron o el mexicano que no tuvo oportunidad de ver más por ello no se le puede culpar de su ignorancia, pero sí culpo a quienes teniendo las posibilidades y de hacer algo por esos mexicanos inocentemente ignorantes no han hecho nada y decidieron fingir que vivían en un México donde todo está bien y no pasa nada. La cortina del nopal señala a esos artistas que decían ser del pueblo y pintar para ellos pero en realidad se alimentaban del pueblo y a costa de ellos se enriquecieron, yo trasladaría la comparación a esos políticos que convencieron a los más vulnerables de ser como ellos, de trabajar por la mejora de una nación o por un mejor estado y a costa de los suyos aumentaron sus cuentas de banco.
66 años después construimos cortinas de ignorancia e indiferencia, creyendo que con señalar las atrocidades, gritar la inconformidad o señalar a los culpables que todos conocemos se arreglará el mundo, pero no, la solución de los problemas de México no está en dejar de comprar en cadenas extranjeras, quizás si hay un cambio si nuestros productos comienzan a competir a nivel internacional, los muros no se derrumban señalando la falta de postura de nuestro Presidente, pero sí demostrando que nada importan las barreras cuando se trabaja desde cualquier lugar. La corrupción no se acaba porque diga que algo está mal, se acaba dejando de ser partícipes de ella en lo más mínimo. Y la cultura, nuestra cultura, nuestros orígenes y raíces sin duda son dignos de ser exaltados y patrocinados con el mayor orgullo, pero también tenemos mucho que aprender de otros países, de sus instituciones, así como muchos artistas crecieron gracias a su conocimiento del mundo, nosotros podemos mejorar aprendiendo de los errores de otros.
José Luis Cuevas incitó a una generación de rebeldes a crear algo distinto de lo que se acostumbraba en la época, creyó en su talento cuando nadie le apoyaba y terminó con el respaldo de alguien como Picasso, yo hoy no me atrevo a incitar al lector a generar un nuevo movimiento, pero sí a expandir su mente, a cruzar horizontes con conocimiento e información, a tender la mano de cualquier forma a esos olvidados que siempre mencionamos pero al verlos en la calle los ignoramos a compartir con ellos o con cualquiera un poco o mucho del conocimiento que tengamos, dejemos de esperar que a México lo defina su gobierno y trabajemos porque la definición que le dé su gente sea mucho mejor.