En el 2025, América Latina tendrá una población de 637 millones de personas y de éstos, 490 millones, 70% va a pertenecer a la clase media, según la consultora estadounidense Frost & Sullivan.

La presencia mayoritaria de las clases medias trae consigo cambios en las tendencias del consumo, el crecimiento del mercado interno y un aumento en los gastos discrecionales, aquellos que ya no son en bienes básicos.

Del total de la población 82% vivirá en ciudades y será para entonces la región más urbanizada del mundo y 61% de la población estará en edad de trabajar. La mitad serán mujeres.

Ese año, 68% del Producto Interno Bruto (PIB) de la región lo va a generar el sector de los servicios y esa actividad crea 60% de los puestos de trabajo. América Latina como las economías desarrolladas deja atrás su vocación industrial.

En la región habrá seis megaciudades con sus áreas metropolitanas: Ciudad de México (23 millones), Sao Paulo (22.9 millones), Río de Janeiro (13.8 millones), Buenos Aires (16.4 millones), Lima (11.5 millones) y Bogotá (11.3 millones).

Estas ciudades suman 38% del PIB de la región. Para el 2025, Sao Paulo tendrá una economía de 803,000 millones de dólares y la Ciudad de México de 628,000 millones de dólares.

En los próximos 10 años (2015-2025) el gasto regional en infraestructura será de 557,000 millones de dólares. Todos los países contemplan inversiones, para superar el rezago en ese campo.

Para el 2025, los latinoamericanos tendrán en promedio cuatro aparatos conectados al Internet y la penetración del teléfono móvil se calcula crecerá más del doble. En ese tiempo será la segunda región del mundo con más dueños de celulares.

En el futuro la inversión de China en la región seguirá creciendo y tenderá a disminuir la de Estados Unidos. La presencia del primero se hace notar en el campo de la infraestructura.

En la visión de Frost & Sullivan el futuro de la región está asociado a que los países reduzcan cada vez más su dependencia de los precios de las materias primas y aumente el consumo interno.

Y también a que los gobiernos garanticen el entorno favorable para la inversión que implica: mercado abierto, estabilidad de precios, desregulación y disciplina fiscal.

Esta prospectiva, de 15 años, se sustenta en proyecciones a partir de datos del Banco Mundial y la Comisión Económica para América Latina. Es una visión positiva que contradice a otras más negativas.

Es muy factible que a nivel de la región ocurra lo que afirma esta consultora en la medida que se cumplan los puntos a los que hace referencia.

Algunos países, en lo particular, no se van a sumar a esas tendencias cuando un “genio iluminado” de la política intervenga en la economía con posiciones voluntaristas fuera de la realidad.