«Mira colibrí, re regalo un cielo, te convierto en nube para que seas vuelo, para que te vuelvas viento, presagio de un viaje libre, intenso, luminoso, para que tus alas sean abrazo y se conviertan en señal, ruta, nave y sendero celeste. Alejados de la pequeñez y el brillo opaco del mediocre, con la querencia de un porvenir que sea venturoso para todos, según lo que sea cada quien. Saludos cordiales, que son los que nacen del corazón, para los que sepan de que sirve tenerlo. Besos interminables, invisibles, imposibles. abrazos a granel, buenos deseos para todos los que sepan hacer el bien, sin mirar a quien, cómo, cuando y para qué». Lo escribe a las 7 de la mañana en su cuenta de Facebook.