De Eduardo Galeano “El fútbol es la única religión que no tiene ateos.” Camelot
REAL MADRID-BARCELONA
En Miami, que también es pueblo, aunque americano trumpista y lleno de cubanos que han hecho grande esa ciudad, presente lo tengo yo, el día 29 de julio en un torneo llamado International Champions Cup, van a enfrentarse cara a cara los dos mejores equipos del mundo, Barcelona y Real Madrid. Con sus dos dioses, Cristiano y Messi. Algunos pensaríamos que son cascaritas de exhibición, pero los gringos son muy dados a crear la gran parafernalia del mundo, y tienen para este evento del 29, algo así como un Super Bowl. Al medio tiempo, el gran puertorriqueño Marck Anthony va a tirar un show inolvidable, según tuiteó en su mensaje. Ayer mismo contacté a la compañía que hace esas tours y por poco me desmayo. Me faltó paciencia, prudencia y verbal continencia, como dijo el ínclito Duarte. Sentado en mi asiento de mi chayotera oficina, donde tecleo estas notas, la chica me dijo que la reventa anda por los 10 mil dólares, en yarda 50 y abajito. 10 mil dólares son casi 200 mil pesos, más el avión, hotel y las palomitas y las chelas o los chescos. Pero este par de dioses de 22 jugadores, creo que los valen. Hay también, me avisó, boletos de 288 dólares en los 4 mil 620 asientos, de los 64 mil existentes, aunque me imagino que esos son en el palomar del Hard Rock Stadium. Aunque los estadios americanos tienen buena visibilidad, desde donde te pongan, nada parecido al Santiago Bernabéu de Madrid que, si te toca en gayola, hay que llevar binoculares, como una vez me tocó que pagué la novatada, cuando un revendedor en la puerta me juraba por la Virgen de la Macarena y por la Virgen de la Almudena, Patrona de los madrileños, que los tiquetes que me ofrecía, casi tocaba al brasileño Ronaldo, y cuando entré al pobre gordis lo veía hasta delgado, de lo lejos que me tocó. El espectáculo del descanso en Miami promete poner sobre el césped un escenario con 10 músicos, además de 300 extras para apoyar a los artistas y 100 personas que trabajarán en el vertiginoso montaje del escenario y su posterior desmontaje. Será una verdadera fiesta para los mortales que no pueden verlos en España.
MI EXPERIENCIA LEJANA
Debo presumir que, a quien esto escribe, ya le tocó ver varias veces ver lo mismo al Barcelona que a Real Madrid, vi al Barcelona de Riquelme, de Ronaldinho y vi el debut, un 24 de agosto de 2005, contra la Juventus, en el estadio Camp Nou, de un jugador pequeñito, diminuto, que driblaba a todos como quería y que, tiempo después, se le conoció como Lionel Messi, el Dios que parió el futbol para inmortalizar ese juego llamado futbol. Vi también, en un estadio de Houston el año pasado, hacer uno de los mejores goles de Messi con la selección Argentina, en el NRG Stadium, a balón parado, cuando jugaron contra Estados Unidos y les vencieron en la semifinal, 4-0. A Real Madrid por igual, cuantas veces he ido me meto a su estadio, Pedro, el jefe de conserjería del hotel Liabeny, siempre tiene asientos disponibles y buenos, de los de yarda 50, claro, mediante una buena lana. Alguna vez vi hacer tres goles a Cristiano Ronaldo, y el estadio se caía. Y me tocó un clásico Barcelona-Real Madrid, lo cuento, fue más o menos así, jugaban los dos en el Santiago Bernabeu, y me llevé de invitado a mi nieto Chicharito, que iba a conocer a Messi y Cristiano, y a Piqué de Shakira y a todos esos que no son de este mundo. Ese juego lo perdió Real Madrid en casa, ya ven ustedes que con ese Messi nunca se sabe. Lo mejor fue que, tres días después, fui a Barcelona y, oh sorpresa, el Barcelona jugaba uno de la Champions contra la Roma, a la que le metió 6 goles, ya saben ustedes como es ese Messi, cuando se enoja. Mi nieto Chicharito fue agraciado, al igual que yo mismo, vimos a ese Barcelona mágico en una semana un par de veces, cuando nada los detenía, cuando eran imbatibles y desfondaban cualquier contrario. Y después de eso, ya pudimos contar todas las historias del futbol imaginadas y no imaginadas, aunque hay veces que ‘somos cuentos de cuentos contando cuentos, nada’, como escribiera el gran José Saramago.
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