Días atrás, el presidente Trump declaró que el muro que había prometido construir con México al sólo llegar al cargo, fue uno de los temas centrales de su campaña, ya no irá de costa a costa, a lo largo de los 3,200 kilómetros de frontera entre los dos países, como lo había asegurado.
Ahora, desdiciéndose de su compromiso con sus electores, que todo lo creen, les ha dicho que en realidad sólo se necesitan entre 1,000 y 1,500 kilómetros. Desde hace años ya están construidos 1,200 kilómetros. Ahora, en el mejor de los casos, va añadir otros 300 kilómetros o sólo renovar el muro que ya existe.
El argumento que ha utilizado, por fin alguien le explicó la configuración de la frontera, es que ésta “tiene montañas, tiene algunos ríos violentos y peligrosos. Tiene lugares tan remotos que realmente no cruza nadie”. Y por eso no se puede o no se necesita construir un muro.
Y añadió, conmueve el argumento, que el muro tiene que dejar ver a los agentes fronterizos lo que pasa al otro lado. Ésta es una de las condiciones que se exige a las empresas que deseen participar en el concurso de construcción, para renovar lo que existe o para añadir unos cuantos kilómetros.
Esto, sigue su sólido argumento, porque “aunque suene horrible, cuando lanzan los grandes sacos de drogas encima y, cuando hay gente al otro lado del muro, no los ves. Te pegan en la cabeza con 30 kilos de droga. Es el fin”.
Las agencias de seguridad de Estados Unidos y los mandos de la policía fronteriza siempre consideraron que la construcción de un muro de costa a costa era absurda. En donde éste podría resultar útil, para detener la migración ya está hecho.
Desde la llegada de Trump, los anuncios que ha hecho la Casa Blanca de que ya se estaba construyendo el nuevo muro son falsos. En todos los casos han sido reparaciones de mantenimiento de lo que ya existe con fondo ya asignados, desde antes, por el Congreso.
La Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, ya ha aprobado al presidente 1,600 millones de dólares, para ”empezar” la construcción del muro. No está claro si para añadir algunos nuevos kilómetros o sólo para construir sobre lo ya construido.
En cualquier caso, eso ya es muy claro, ese dinero saldrá de los impuestos de los ciudadanos estadounidenses. Son ellos los que van a pagar el muro. La gran mayoría no lo quiere, pero de todos modos lo van a tener que hacer. Esa es la decisión de su presidente. ¿De quién será el negocio?
Hay que dar por seguro que cada vez que lo necesite, aunque ya sea otra cosa, Trump va hacer referencia a la construcción del muro que no es tal. Sus seguidores eso quieren oír. No importa que sean mentiras. Esa es una de las especialidades del actual presidente de Estados Unidos.
Twitter: @RubenAguilar