Mientras usted y yo pensamos cómo estará nuestra situación económica el próximo año, los partidos políticos no tienen de qué preocuparse, pues recibirán 4.2 mil mdp para gasto ordinario y 2.1 mil mdp para gastos de campaña. En total, tendrán para gastar algo así como 11.9 mil mdp, el presupuesto más alto otorgado en su historia.
Uno de los argumentos para esa indecente cantidad es que de esta forma se evitaría la filtración de dinero de la delincuencia organizada en los partidos políticos y sus campañas. ¿De verdad es la solución? No sé usted, pero yo no me la creo.
Desde luego, nadie quiere hacerse responsable, pues saben que los ciudadanos estamos más que enojados con el despilfarro de los recursos públicos, por lo que toda la culpa se la echaron a una fórmula de cálculo. Pero ¿Quién estableció esa fórmula? Pues la misma Ley General de Partidos Políticos, es decir, los políticos que pertenecen en su mayoría a un partido.
Lo más chistoso es que todavía actualizan la Unidad de Medida y Actualización (UMA) y la multiplican por el número de ciudadanos inscritos en el padrón electoral. ¡Como si todos votaran!
Hubo por allí una iniciativa que se llamó “Sin Voto no hay dinero” del joven legislador de Jalisco, Pedro Kumamoto, que proponía que el dinero se le diera a los partidos con base únicamente en los votos emitidos, no en todo el padrón. ¿Y qué cree? Está en la congeladora del Congreso de la Unión.
Pero el monto presupuestal para los partidos se incrementa si hay elección presidencial en un 50 por ciento y 30 por ciento más si sólo hay elecciones para renovar el Congreso de la Unión. Y como el próximo año hay elecciones en varios estados, los partidos se sirvieron con la cuchara grande, pero eso no es todo: con la reforma política también los Institutos locales reciben cantidades millonarias si tienen elecciones estatales. En Veracruz, el año que viene tendremos elecciones para gobernador, por lo que el OPLE recibirá 5.1 mil mdp más a su presupuesto.
¿A poco no es un buen negocio dirigir a un partido político?
Ejemplos sobran, allí tenemos al mismo Andrés Manuel López Obrador con Morena, que vive de las “donaciones” de los sueldos de sus representantes populares, las cuales no transparenta ni fiscaliza. O qué tal el dirigente del PAN, Ricardo Anaya, que según investigaciones recientes, su familia y él poseen más de 308 mdp. Nadie se salva, ni Enrique Ochoa Reza ¡ni que los taxis dejaran tanto!
Por supuesto que tuvieron cargos anteriores, donde pudieron hacerse millonarios, pero también existe la amplia posibilidad de que su cargo actual dentro del partido les genere “grandes ganancias”.
Con la Reforma Política, todos los partidos políticos incrementaron en casi un 60 por ciento más su presupuesto, esto debido a que reciben cantidades extra por el tipo de elección que se presente: local, estatal o federal.
¿Es esto justo cuando 55.5 millones de mexicanos viven en la pobreza? ¿Cuándo el 54.4 por ciento de la población mexicana es pobre? ¿O cuando 1 de cada 5 mexicanos padece hambre?
Desde luego que no es justo, y más cuando la pobreza sigue creciendo. Recordemos también que México es uno de los países con más millonarios, pero también con más pobres. Su brecha económica y social es enorme.
A dos semanas para que inicien los procesos electorales federales y estatales, todo parece indicar que el presupuesto se quedará así de alto, impactando la economía de todos los mexicanos, pues no hay voluntad política de los legisladores para hacerlo. Pero eso sí, “todos quieren bajar el presupuesto por considerarlo excesivo” y nadie lo hace, solamente se echan la bolita entre las bancadas partidistas, como una manera de que veamos su “gran disponibilidad”.
Pero si en verdad existiera “disponibilidad”, podrían empezar por quitar las candidaturas plurinominales, ésas que tienen más maleficios que beneficios.
De verdad molesta y enfurece esta situación, pero todo indica que el financiamiento a los partidos seguirá incrementándose, pues la élite que lo aprueba con su voto pertenece a un partido; la misma élite lo ejerce dentro del partido; la misma élite partidista aparentemente lo fiscaliza.
¡Todo está fríamente calculado!

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