¡Es el poder!, no estamos hablando de palomitas de maíz. El poder (público), genera muchas reacciones, a veces incontrolables: celo, recelo, envidia, ego, arrogancia, soberbia, mezquindad, vanidad, lealtad, incondicionalidad, traición, apasionamiento, y para qué le sigo…
El poder es muy canijo, si no sabes manejarlo, atemperarlo, dominarlo, se te revierte y entonces acaba manejándote a ti. Después del affaire AMLO-Sheimbaum-Monreal, no sé por qué tengo la impresión de que esa película ya la vi. Y es que Andrés Manuel es propenso a revivir esos bonitos episodios de la historia post revolucionaria de México que tan presentes tiene en su memoria. El de Macuspana es previsible, su estilo personal de ejercer el poder es muy previsible, basta con echar una revisada a la sucesión de episodios de la pos Revolución Mexicana, en donde los caudillos se fueron eliminando uno a uno, como una manera de imponer jettaturas, desde el triunfo del Ejército Constitucionalista, con Carranza a la cabeza.
Después vendría Obregón y la eliminación de Zapata y de Villa, la caída del propio Obregón y la cancelación de su intentona reeleccionista, y demás episodios para instaurar un Maximato en la figura de Plutarco Elías Calles (“Aquí vive el presidente, pero el que manda vive enfrente”) como hombre fuerte pasando incluso por encima de la autoridad presidencial de Lázaro Cárdenas. Pero en ese recuento habría que meter las asonadas de José Vasconcelos, de Francisco J. Múgica y de Miguel Henríquez Guzmán, sin olvidar la patinada de Gilberto Flores Muñoz con Ruiz Cortines (“¡Perdimos compadre!”), hasta aquellas “procesiones a San Jerónimo”, censuradas por Gustavo Carvajal Moreno, en los tiempos de José López Portillo.
Todos esos bonitos pasajes que dan cuenta de la picaresca en que a veces se convirtió la política nacional, de sus formas y estilos en que era ejercido el poder por los “hombres fuertes”, esas bonitas estampas se ve que están muy vivas en el imaginario histórico-cultural de Andrés Manuel que, dicen, no le perdonó a Ricardo Monreal el haberse reunido –supuestamente- con dos personajes, enemigos del tabasqueño, miembros por supuesto de la mafia del poder: Miguel Ángel Mancera Espinosa, Jefe de Gobierno de la CdMx y con el Secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Meade Kuribreña, ¡imagínense!, total, que Andrés Manuel esas cosas, traiciones, no perdona y para pronto que se la cobra al zacatecano.
La historia ya la sabemos de sobra, se realizó una encuesta para elegir al futuro candidato (a) de Morena al gobierno de la ciudad de México y que manda a Monreal al tercer lugar, por debajo de la Sheinbaum y de Martí Batres, a pesar de que, sin duda, el de Zacatecas es un personaje de sobra conocido en la política nacional, sin duda por encima de los que salieron por encima de él en la encuesta, a todas luces amañada. Que qué viene en toda esta asonada en donde Andrés Manuel aprovecha para quitarse a Monreal de encima, no lo sé. Lo que sí creo es que el tabasqueño empieza a ver a futuro y a preparar el camino para el traspaso del poder en Morena, con Claudia trabaja su hijo José Ramón López Beltrán, es el segundo de a bordo de la Sheinbaum y le empieza a allanar el camino sucesorio en la nomenclatura morenista.
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@marcogonzalezga