Ardi Rizal tenía dos años en 2010 cuando su imagen impactó al mundo. Aún en pañales, sonriendo y a bordo de un vehículo de juguete, el pequeño tenía un cigarrillo en su boca. Era adicto al tabaco, según se supo entonces.
Las imágenes de Ardi recorrían el planeta. El niño aseguraba tener el hábito de fumar y se lo podía ver en su vivienda de Sumatra constantemente con un cigarrillo en su boca, feliz. El resto de los niños de su edad e incluso más grandes lo miraban asombrados.
Hoy, siete años después, el pequeño creció y -afortunadamente- abandonó el vicio y ya respira “aire fresco”. “Fue difícil para mí frenar. Si no fumo, el sabor de mi boca se vuelve agrio y mi cabeza se siente mareada. Ahora estoy feliz. Me siento más entusiasmado y mi cuerpo se siente fresco”.
Pero el camino no fue sencillo para este niño que hoy tiene nueve años. Su madre, Diana, señaló que cuando comenzó a dejar de fumar, su humor cambió súbitamente. Temía que muriera por su adicción, según relató a CNN.
“Comenzó a golpear su cabeza contra la pared”, relató la mujer: “Estaba loco, se lastimaba si no tenía un cigarrillo”. Pero la satisfacción inicial se volvió preocupación cuando luego de abandonar el cigarrillo comenzó a experimentar una adicción por la comida. Sin embargo, tiempo después y mediante tratamiento, también pudo bajar los kilos que había ganado.
El vicio de Ardi comenzó cuando tenía 18 meses. Fue un día que su padre le dio un cigarrillo. Hoy, gracias a la ayuda gubernamental y a nutricionistas, su vida se asemeja a la de cualquier niño de nueve años.